martes, 28 de abril de 2020

El Palacio de los Bichos (IV) - La otra version, investigación y conclusión

https://www.lifeder.com/investigacion-exploratoria/

Respecto a la leyenda, ésta describe el contexto de la época recurriendo a datos ciertos, en un intento de dar verosimilitud a la historia. Efectivamente, la casa "Guerrico y Williams" subastaba terrenos en la zona, las marcas de lujo de la época eran las que describe la leyenda, y así varios ejemplos más.

Sin embargo, no es posible encontrar ningún antecedente o prueba de la existencia de Ángel Lemos y Lucía Giordano, y aún menos del padre de Lucía, Rafael Giordano, y su esposa Victoria.

Es razonable pensar que gran parte de lo ocurrido en aquella época no haya sido documentado, o que dicha documentación se haya extraviado, o directamente desaparecido. Pero, al mismo tiempo, resulta llamativo que personajes relevantes, y con mucho dinero, como aparentemente fue el caso, no quedaran registrados de alguna manera. Una leyenda con características similares ocurrió en una mansión de Barracas, conocida como La Casa de los Leones, propiedad de Eustoquio Diaz Velez (h), y si bien no está comprobada, algunos de sus protagonistas se sabe con certeza que existieron, y ciertas cuestiones (como el hecho de que la casa guardaba leones), resultan verosímiles por detalles de la arquitectura.

Por otra parte, como ya comenté en el primer post, esta historia se encuentra desmentida por el periodista y vecino José César Rodriguez Nanni. Su versión es mucho mas corta y sencilla: “No hubo magnate italiano, ni novios, ni nada, porque el Castillo fue hecho para casa non sancta, lo que no anduvo por la oposición de los vecinos.”

Y solo esas dos versiones, una muy detallada e incomprobable, y otra muy simple y práctica (aunque tampoco comprobable) son las disponibles sobre el origen del palacio.

Investigación y actualidad

Por ello, decidimos hacer una "investigación", con las herramientas disponibles, que son muy pocas. Pero el punto de partida estaba claro: Ir a la fuente. Por ello, consultamos el catastro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (un simple informe de dominio, de acceso público), y los registros disponibles muestran como primer dueño a la Sociedad Argentina de Edificación Sociedad Anónima. Sobre esta sociedad, un trabajo de la UNSAM detalla lo siguiente:

"Además de las actividades económicas mencionadas registramos la conformación de dos empresas constructoras, una al inicio del periodo estudiado: 'La Constructora Argentina', una sociedad anónima fundada por Luis E. Zuberbuhler en 1887, dedicada a la adquisición de terrenos, construcción y mejora de edificios. La segunda, llamada ´'La Sociedad Argentina de Edificación' se creó en 1913 y su directorio estuvo integrado por el médico José González Pellicer (yerno del empresario tabacalero Manuel Durán) y por diferentes directores del BERP (Banco Español del Río de la Plata) : Casimiro Gómez, Joaquín Cabot y Manuel B. Goñi. En síntesis, expusimos las múltiples conexiones económicas que ligaron a los miembros de la elite española decididos hacia 1886 a invertir sus capitales monetarios y relacionales en el ámbito financiero."

Es decir, según el catastro, el primer dueño fue una sociedad anónima precisamente dedicada a la compra de terrenos, construcción y mejora de inmuebles (nada misterioso hasta aquí). Se trataba de una compañía de gran envergadura, vinculada al histórico Banco Español del Río de la Plata, y con vínculos con el régimen franquista. Entre otras cosas, fue el desarrollador del barrio donde se sitúan las 'cinco esquinas', en Elcano y Alvarez Thomas (link).

Simplemente googleando su nombre, pueden hallarse en subastas de numismática, antiguos bonos impresos que la misma emitía para financiar sus operaciones, lo que nos da cuenta del considerable tamaño de las mismas. 

Uno de los trabajos linkeados previamente afirma que la sociedad fue creada en 1913, pero en un Boletín Oficial del año 1978, donde figuran los edictos mediante la cual la compañía modifica su denominación, especifican sobre la misma "Duración: 99 años, contados desde el 19/12/1907". Haya sido fundada en 1907 o 1913, parece ser que efectivamente esta sociedad fue la que compró y edificó el Palacio de los Bichos.

Su segundo dueño, a partir 1939, fue Gentil Zimboul Jerusalemi Alianak, que fue turnándose la titularidad con otras personas vinculadas, hasta que en el año 1977 paso a manos del apellido Milztein. Luego de ello, en 1993 paso a manos de una persona de apellido Pereira.

Durante aquellos años, sin mucho por destacar, es probable que la casa haya tenido ocupantes de forma irregular, ya que en los años '80 Rodriguez Nanni tuvo la intención de convertir el lugar en una suerte de museo del barrio. Claro está que no lo logró, pero si al menos lo intentó probablemente el lugar mostrara algún tipo de abandono.

En la actualidad, dentro del edificio funciona "Le Chateau Spa" y "El castillo Lofts", ambos con publicidad online, pudiendo observarse claramente como la denominación de "Castillo" quedó asociada a la construcción. Una curiosidad: según el registro el nombre popular del lugar es el "Castillito de los Bichos", utilizando un diminutivo no aplicado en otros casos.

Cabe destacar que los bichos (gárgolas y dragones de material) no están más, y que el edificio se acondicionó a las normas de construcción actuales, lo que puede verse desde afuera del mismo, con la incorporación de un ascensor vidriado.

Conclusiones

1) ¿Es real la historia de Angel Lemos y Lucía Giordano? 

Si bien es imposible desacreditar completamente la historia, no hay ningún antecedente o documentación que nos permita siquiera afirmar la existencia de alguno de los dos, o siquiera de los familiares mencionados en el relato. Siendo tal la situación, aún menos puede afirmarse la veracidad de la historia ocurrida entre ellos. Puede ocurrir, si es que la casa tiene fantasmas, que los fantasmas sean de otras personas...

2) ¿Es real la versión de Rodriguez Nanni?¿el palacio era un próstibulo?

Esta versión, al ser menos detallada, y mas realista, parece mas plausible. Sin embargo, como él mismo afirma, hubo resistencia de los vecinos, y el prostíbulo nunca funcionó. Por ello, es también imposible de comprobar, y solo es una teoría. Cabe destacar que la prostitución en Argentina, y particularmente en la Capital Federal (hoy CABA), fue tolerada legalmente (con muchos idas y vueltas) hasta 1930, y luego pasó a la clandestinidad hasta el día de hoy.

A pesar de ser incomprobable, la titularidad del inmueble en sus primeros años, en manos de una compañía multinacional dedicada a la construcción y a lo financiero, le quita probabilidades a dicha versión. En extensos trabajos sobre la prostitución en Buenos Aires a los que accedimos, no es mencionado el lugar, y esta actividad se atribuye a grupos de rufianes 'emprendedores', y no a grandes sociedades. Los más conocidos, tal vez, sean los que formaron la Zwi Migdal o La Varsovia, pero eso ya es tema para otro post.

3) Entonces, ¿Que ocurrió allí?

Aclarando que, por todo lo ya descripto, la verdad es inalcanzable, solos nos arriesgaremos a elaborar nuestra teoría. Aunque sea algo vaga, se ajusta a los datos disponibles, ateniéndonos a la escasa documentación, y a la incertidumbre de las probabilidades y posibilidades.

El edificio bien pudo haber sido construido para alguna familia con dinero, que lo habitó algún tiempo. Su lujo, antigüedad, y el hecho de estar ubicado en una zona periférica de la ciudad (en aquel entonces), permiten inferir eso.

La "Sociedad Argentina de Edificación" bien pudo haberlo construido o haberlo comprado a un precio muy bajo para hacer un buen negocio (quizás esta sea la única variante posible para la historia de Ángel y Lucía, que le hayan comprado el palacio a su padre, pero que no figure en el catastro por ser muy antiguo).

Luego, la historia de los fantasmas se desprende, a nuestro parecer, de que la ocupación del palacio haya sido irregular, o bien, simplemente una difusión de Isabelino Espinosa, con la intención de recomponer y unir relatos que tenía en su memoria desde hacía décadas. Recordemos que, en épocas donde no existía ni siquiera la televisión, y la lectura no era tan común (por costumbre, alfabetismo y pluralidad de idiomas), los relatos orales y el boca en boca formaban una parte fundamental de la cultura popular.

Y así termina la revisión de la Leyenda sobre El Palacio de Los Bichos... Un fragmento de la historia de un barrio que, probablemente, tenga mucho más para contar.

lunes, 27 de abril de 2020

El Palacio de los Bichos (III) - La versión romántica y paranormal - Una leyenda de amor, tragedia y fantasmas

https://aycrevista.com.ar/curiosidades/palacio-los-bichos/

Varios de los links al final del artículo se tratan de resúmenes de la leyenda, incluyendo un puñado de videos y hasta una canción conmemorativa. Para elaborar nuestro propio resumen de la misma, utilizaremos solo nuestra capacidad de síntesis y la fuente original (las 45 páginas recopiladas de un blog dedicado al autor, que pueden verse aquí). Sin más preámbulos, la leyenda:

Según Espinosa, el autor“Su leyenda fue recopilada por antiguos y caracterizados vecinos de Villa del Parque, en base a relatos proporcionados por ciertas personas que fueron en determinado momento protagonistas de los hechos. Estuvo oculta por años en poder de quien suscribe la presente nota en espera de la concreción de un proyecto por el cual el barrio parquense tendría su historia real, verídica, escrita por tres integrantes en su momento de la Junta de Estudios Históricos de Villa del Parque”.

Espinosa se contradice un poco dentro de la misma frase, y a lo largo de todo el relato, ya que asegura la veracidad de los hechos, y en una gran cantidad de sus posts sobre la leyenda defiende esta posición (resulta evidente en la lectura que esta defensa surge a partir de cuestionamientos que recibe de distintos pares suyos), pero al mismo tiempo nunca deja de llamar “leyenda” a su relato. Como escritor, es poco probable que desconociera que una leyenda es en realidad más bien un compendio de hechos mágicos y fantasiosos que reales, por lo que al asegurar que una leyenda ocurrió tal cual es relatada genera una gran confusión.

Aclarado esto, la historia comienza cuando la compañía inmobiliaria "Guerrico y Williams" organizó, a fines del año 1906, el primer remate de lotes en la zona de Villa del Parque, entre las calles: Génova (hoy Campana) Av. San Martín, Nogoyá y Simbrón, y el mencionado castillo ya estaba allí, en una zona despoblada, poco edificada, caracterizada más que nada por la presencia de una estación de tren.

Según la leyenda, las fuentes utilizadas aseguraban que esa edificación la había financiado un personaje italiano, llamado Rafael Giordano, descendiente de un renombrado pintor italiano nacido en Nápoles en el siglo XVII. Existía la certeza que don Rafael había nacido en la ciudad de Salerno (Italia) en el año 1866, y estaba casado con Vittoria D'Olivi, y dicho matrimonio tuvo una hija en 1889, a la que bautizaron con el nombre de Lucía.

A poco de nacer Lucía, el matrimonio decide instalarse en Buenos Aires junto con ella, en la calle Cuyo (Sarmiento) entre Artes (Carlos Pellegrini) y Cerrito. Contaban con una holgada economía, por lo que adquirieron un predio en Villa del Parque, donde edificaron el imponente inmueble.

El interés de Lucía por la música, y en particular por el piano, la hizo inscribirse en el conservatorio que dirigía la profesora Rosa Molarte, donde conoció a Ángel Lemos, quien tocaba el violín. Esto sucedió aparentemente a principios de 1909, habiendo terminado Lucía sus estudios secundarios, por lo que rondaría los 18 años, y Ángel Lemos siendo un farmacéutico recién recibido, de 23 años de edad.

La pareja tuvo un noviazgo ideal, y la leyenda detalla los lugares que visitaban, el envío de postales con poesías de amor entre ellos, y demás cuestiones que le dan forma según el estereotipo de amor romántico de la clase alta porteña de aquella época. La boda fue planeada para el 1° de Abril de 1911, y la misma sería celebrada en el mítico palacio, el cual además era el regalo de bodas que don Rafael haría a la feliz pareja.

El palacio fue amoblado, decorado, y todo se preparó con gran pompa para el evento. Por la mañana se realizó el evento en el Registro Civil, y por la noche la gran fiesta. Los invitados pertenecían a lo más selecto de la ciudadanía porteña, lo que podía notarse apenas llegaban, y en los regalos de bodas:

“Las famosas marcas de coches de aquel tiempo llevaban estos nombres: "Renault Fréres E-M-F 30", "Columbia", "Maxwell", "Courier", "Standard-Dayton". La conducción de los mismos estaba a cargo de choferes uniformados con vistosas chaquetas, gorras elegantes, guantes blancos y calzando lustrosas polainas de cuero. Cada uno de esos servidores representaba de alguna manera el poderío económico de sus patrones.”

“Un automóvil "Sampson", un piano importado y un violín del mismo orígen, un reloj de bolsillo, de oro 18 kilates (para hombre), una motocicleta inglesa "Bradbury", un grafófono "Columbia" con diez discos grabados por famosos intérpretes, una máquina de escribir "Royal Typerwiter Company", un medallón de oro con la imágen de Santa Lucía, (para dama), varias estufas para los distintos ambientes del edificio, juegos para te y café, juegos para mesa de porcelana inglesa, una variedad de copas de cristal, conjunto para lavatorio de porcelana importada, veladores eléctricos (a pila), una cigarrera de plata y caja de auténticos habanos, varios aparatos y útiles para la fotografía, un gran cuadro con la imágen de "La Gioconda", reproducción hecha por un artista amigo de la pareja, un variado surtido de baúles y valijas, productos de "Perfumerie La Couronne", Paris et London, y "Parfum Enigma" Lubin, París.”

Todo era alegría y felicidad, hasta que entrada la madrugada los recién casados deciden retirarse de la fiesta, y aquí ocurre la tragedia, que cuenta con dos versiones, con sus respectivas polémicas:

a)    Los novios se retiran caminando, mientras un carro tirado a caballo los espera del otro lado de la vía. Ángel y Lucía cruzan la vía a pie, y un tren a toda velocidad los atropella. La primera polémica es que si bien la luz del tren era débil en aquella época, no así el ruido. En segundo lugar, porque el tren venía a toda velocidad, si la estación se encuentra cerca, aunque podría ser un tren de carga. Por último, ¿que hacía el carro del otro lado de la vía?.
b)    Otra versión indica que el carruaje tirado a caballos los espero en el palacio, y que cruzaron las vías con el mismo, atropellando el tren al carruaje. Esto agrega la polémica sobre el accionar del chofer del carruaje, a las confusiones descriptas en a).

Así transcurrió la historia de amor, interrumpida abruptamente, y convertida en tragedia. Sin embargo, hasta aquí es solo un triste final, no hay lugar a nada mágico ni esotérico, que será lo que caracterizará al palacio y a su historia a partir de este hecho.

La mayor parte de la leyenda cuenta los inexplicables sucesos transcurridos luego de la muerte de los jóvenes enamorados (y una teoría sobre el terreno maldito donde estaba construido el castillo), siempre vinculados al lugar y fecha del suceso trágico. La narración detalla situaciones paranormales de todo tipo: dolores corporales de los transeúntes del lugar, música proveniente del palacio estando éste deshabitado, familias que se mudaron al mismo y vieron espectros, y una detallada historia de una empleada que trabajó en el palacio, pero decidió no dormir en él después de haber visto una figura espectral. Adicionalmente, la leyenda contiene un relato sobre el encuentro y conversación de don Rafael Giordano (padre de Lucía), con el fantasma de su hija, contado con un insólito lujo de detalles.

Cito algunas frases destacadas:

"Esa situación y otras también insólitas e imprevisibles se agudizaban a medida que se aproximaba la fecha del triste aniversario. Ocurría en las cercanas vías del ferrocarril. En la madrugada de algunos días, cerca de la hora en la cual se produjo el horrendo suceso, curiosamente, los pasajeros de determinadas formaciones ferroviarias al llegar precisamente al fatídico lugar, sentían extraños y desagradables síntomas, los que alarmaban justificadamente a todo el pasaje: mareos, vómitos, dolores corporales, etc."

"Los vecinos que concurrieron alguna vez a sus "sesiones" espiritistas que se efectuaban periódicamente en horas de la noche, en un oscuro salón de su casa iluminado solamente con la luz de una vela, contaron que esta persona en medio de terribles contorsiones y agudos gritos de dolor, que aparentemente eran emitidos por Lucía y Ángel de manera incorpórea, relataban los últimos momentos de sus vidas, segundos antes del horrible accidente, y la tremenda pena que soportaban al estar alejados definitivamente de sus seres queridos"

"Decían haber visto figuras horribles que avanzaban y luego desaparecían traspasando las paredes de manera increíble. El espectro de un hombre que aparentemente se había suicidado ahorcándose. También se oían pasos, ruidos extraños y confusos."



El Palacio de los Bichos (II) - El contexto histórico - Brevísima historia de Villa del Parque


Antes que nada, hay que poner en contexto la historia del palacio, ya que el mismo fue construido prácticamente durante la fundación de Villa del Parque. Buenos resúmenes de la historia completa de la zona pueden ser leídos aquí y aquí: desde la ocupación jesuita en 1630, pasando por la época de Rosas, los diversos intentos infructuosos de urbanización en el siglo XIX, hasta llegar a Antonio Cambiasso, el propietario de una gran parte de los terrenos que hoy forman el barrio, y ancestro de los reconocidos futbolistas, cuya familia es de la zona.

A pesar de los años, y los tejes y manejes en la propiedad de la tierra, hasta 1904 la zona no era más que una extensión agrícola. En dicho año, mediante un decreto del entonces presidente Julio A. Roca se crea el Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria (actual Facultad de Agronomía y Veterinaria de la UBA), acompañando la explosión del modelo agro-exportador de aquel entonces. Las tierras donde se construiría este instituto ya habían sido asignadas para la realización de un parque con el mismo fin. Este parque fue denominado de varias maneras: “del Oeste”, “agronómico” y “nacional” entre otros, y de allí es que el barrio que se fue formando alrededor del mismo se denominó “Villa del Parque”, cuando el término “villa” no aplicaba a barriadas humildes, sino a urbanizaciones en general.

Esta denominación quedaría formalizada mediante dos eventos: la llegada del Ferrocarril de la línea San Martín, ya que la estación se llamaría de esa manera, y tras la fundación de la Asociación de Fomento de Villa del Parque en 1908. Luego de ello, el nombre del barrio quedó instaurado.

Sin más preámbulos, en el próximo post, la leyenda.

El Palacio de los Bichos (I) - Historia, Leyenda o Ficción?

Fuente: buenosaires.italiani.it

La casa, el palacio, la mansión o el castillo de los bichos (o de Villa del Parque, por su ubicación geográfica), según quién lo escriba, es un edificio icono de la Ciudad de Buenos Aires, ubicado en la calle Campana 3220, en el barrio de Villa del Parque de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Posee dos características particularmente destacables: En primer lugar, es un edificio edificado a principios del siglo XX (entre 1909 y 1910) con un lujo que aún resulta formidable considerando que tenía destino residencial, y en segundo, es el portador de una leyenda, basada en una trágica historia de amor transcurrida a su alrededor. La versión criolla de Romeo y Julieta, pero que realmente sucedió, ¿o no?.

Una tercera característica, no tan destacable, es que está situado en el barrio donde vivo, y de allí mi interés en él.

Antes que nada, me parece necesario repasar y dejar en claro que es una leyenda, y sus diferencias con la historia o una ficción, lo que va a permitir digerir mucho mejor lo que viene a continuación. Según la RAE, una leyenda es, entre otras cosas de carácter más práctico, una “Relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos”.

Por ello, si nos imaginamos una escala de veracidad y verosimilitud de los hechos, podemos situar una leyenda en la ancha avenida del medio, rodeada por los hechos históricos de un lado, y la ciencia ficción del otro. Y así, las leyendas van jugando a acercarse a la historia o la ficción de acuerdo a los condimentos fantásticos o reales que se vayan agregando.

Alguno se preguntará: ¿Porqué de tanto detalle en las definiciones para contar una historia sobre una casa vieja?. Y es que el detalle se debe a la particular confusión sobre el único relato conocido acerca de los orígenes de este palacio. Simplemente googleando “Palacio de los Bichos” aparecen no menos de 30 textos, dispersos entre varios sitios (desde sitios de noticias, hasta blogs dedicados a eventos paranormales), y una multiplicidad de videos en YouTube, incluyendo documentales realizamos para la televisión por cable, menciones en diversas radios de amplia difusión, videos caseros, e incluso una canción dedicada al mismo por parte del conocido cantautor Zambayonny.

Sin embargo, son pocos los que citan a la única fuente que tiene esta historia: el escritor, periodista y dibujante (entre muchas otras aristas vinculadas), y además vecino histórico de Villa del Parque, llamado Isabelino Espinosa. Y al no citarlo, cometen unos de los errores mas comunes que llevan a tomar las leyendas como hechos verídicos: NO chequear la fuente.

A su vez, esta leyenda se encuentra desmentida por un periodista con inevitables analogías con el Isabelino Espinosa: José César Rodriguez Nanni. Nanni es también vecino también histórico de Villa del Parque, también escritor, también un poco historiador del barrio, aunque menos longevo que Isabelino (falleció a los 71 años), y otorgó un testimonio al historiador Vicente Cutolo, plasmado en su libro "Historia de los barrios de Buenos Aires" de la siguiente manera: “No hubo magnate italiano, ni novios, ni nada, porque el Castillo fue hecho para casa non sancta, lo que no anduvo por la oposición de los vecinos.”

Así las cosas, la historia del palacio encierra dos versiones antagónicas, la romántica, paranormal y mayormente difundida; contra la más verosímil y mundana, y por ello menos interesante. A pesar de ello, ninguna de las dos pudo ser comprobada al día de hoy.

¿Será el palacio una casa embrujada, el centro de una historia de amor que terminó en tragedia? ¿O será quizás un prostíbulo de la misma época que, para mantener a los curiosos alejados, se le inventó una historia paranormal? Hagan sus apuestas...

miércoles, 22 de abril de 2020

La versión original de la leyenda del Castillo de Villa del Parque

EL ANTIGUO CASTILLO DE VILLA DEL PARQUE: Tragedia y Misterio en su Historia (I)

El Castillo de los Bichos o de los Fantasmas


Con esta nota comenzamos a publicar la historia del Castillo de Villa del Parque realizada por Isabelino Espinosa. En ella contará anécdotas, historias y experiencias que se fueron recopilando acerca del famoso edificio del barrio, ubicado en la calle Campana al 3200, desde los inicios del Siglo XX.


Cuando se evoca el pasado del barrio de Villa del Parque, en ningún momento puede estar ausente un elemento muy particular que integra su emblema oficial. Nos referimos al castillete de torre y cúpula ubicado en la calle Campana, cerca de las vías del que se denominó alguna vez "Ferro Carril Buenos Aires al Pacífico (B.A.P.)"


Se lo bautizó con un curioso nombre "El Castillo de los Bichos", tal vez porque en su estructura exterior aparecen figuras de animales diversos. También fue identificado como "El Castillo de los Fantasmas", evidentemente, debido al relato del vecindario que afirmaba haber visto durante la noche, ciertas apariciones en ese lugar que resultaban inexplicables y preocupantes. Muchos decían que alguna vez se logró escuchar ruidos extraños, voces, gritos desgarradores, sombras diabólicas que deambulaban sigilosamente por todo el edificio de manera misteriosa.


Más allá de los dichos de la gente, hubo en verdad quienes aprovechando la situación señalada, se dieron a la tarea de causar pánico utilizando los atuendos que caracterizan a los fantasmas. Con tales disfraces entraban y salían del castillo alumbrándose con velas y emitiendo adecuados gemidos y satánicas carcajadas. Finalmente los ocasionales bromistas eran descubiertos, pero esos hechos crearon serias dudas sobre la veracidad de anteriores apariciones. Sin embargo, antiguos vecinos de la zona que en la década de 1920 superaban los 40 años de edad, afirmaban categóricamente haber sido involuntarios testigos de momentos y situaciones de zozobra mientras cruzaban el lugar en horas de la noche. Aparentemente todo comenzó a pasar después del año 1911, cuando se cumplía el primer aniversario de un trágico accidente ocurrido muy cerca del castillo parquense, ya no se trataba de simples bromas, sino de hechos muy raros y totalmente inexplicables...


Esa edificación estuvo a cargo del ingeniero Muñoz González y se terminó de construir a fines del siglo XIX. Originalmente presentaba cuatro frentes arquitectónicos de bello e imponente estilo, y cinco pisos, con un bonito mirador, una terraza y el agregado de dos habitaciones y varias más en cada piso que componían la totalidad del edificio (con el transcurrir de los años se efectuaron algunas modificaciones que de alguna forma alteraron su primitivo diseño).


Su leyenda fue recopilada por antiguos y caracterizados vecinos de Villa del Parque, en base a relatos proporcionados por ciertas personas que fueron en determinado momento protagonistas de los hechos. Estuvo oculta por años en poder de quien suscribe la presente nota en espera de la concreción de un proyecto por el cual el barrio parquense tendría su historia real, verídica, escrita por tres integrantes en su momento de la "Junta de Estudios Históricos de Villa del Parque. Nos estamos refiriendo a don Constante Daneri, don Roberto Tuoto y el ya mencionado autor de esta narración. Por circunstancias puntuales ajenas a nuestra voluntad y deseos, la obra no pudo concretarse. Es por eso que hoy ponemos a la consideración de los lectores una versión auténtica de lo sucedido en una lejana etapa de la vida de los integrantes de dos familias, ocupantes de las instalaciones del enigmático castillo. Se conocerán aspectos desconocidos de una apasionante historia jamás revelada, con escritos, fotografías y datos inéditos. Además existen objetos utilizados por quienes habitaron la famosa y señorial residencia, muchos testigos de alucinantes acontecimientos, de instantes irrepetibles, donde estuvo presente el amor, la amistad, la alegría, pero también donde en determinado momento hicieron notar su presencia nefasta, el dolor y la tristeza.


EL COMIENZO DE UNA LEYENDA


Cuando la firma inmobiliaria "Guerrico y Williams" dispuso a fines del año 1906 el primer remate de lotes dentro de las calles: Génova (Campana) Av. San Martín, Nogoyá y Simbrón, de Villa del Parque el célebre castillo ya estaba allí, enhiesto, firme, con su figura imponente y atractiva en medio de una parcela bastante amplia en una zona casi despoblada, dividida en dos por las vías ferroviarias.


Algunos de los escasos vecinos de entonces, aseguraban que esa edificación la había financiado un desconocido personaje relacionado con la realeza italiana. Sin embargo, otros pioneros del lugar, que afirmaban tener mayores conocimientos sobre el caso, decían que no era así exactamente. El hombre se llamaba Rafael Giordano, descendiente de un renombrado pintor italiano nacido en Nápoles en el siglo XVII. Seguramente alguna vez habría comentado a sus convecinos ciertos aspectos de su vida privada, y de esa forma determinados pobladores tuvieron la ocasión de enterarse de importantes datos y obtener mayores detalles sobre los mismos.


En esos años, alguien señaló con absoluta certeza que don Rafael Giordano había nacido en la ciudad de Salerno (Italia) en el año 1866. Según esas fuentes estaba casado con Vittoria D'Olivi, cuyo nacimiento se habría producido en 1868, y una hija de ambos en 1889 a la que bautizaron con el nombre de Lucía en homenaje a la santa.


Aparentemente, a los pocos meses de nacer la niña, el matrimonio con su primogénita hija decidió viajar hacia la Argentina instalándose en Buenos Aires en la calle Cuyo (Sarmiento) entre Artes (Carlos Pellegrini) y Cerrito. De holgada posición económica, acordaron adquirir un predio donde construirían una confortable residencia. Por esas cosas del destino, la elección recayó en tierras de Villa del Parque, y allí lograron concretar sus anhelos. La zona tuvo su gran edificio.


Al llegar la edad escolar Lucía fue inscripta en un colegio religioso de Monserrat. Sin inconvenientes la niña finalizó su etapa de estudios primarios, ingresando de inmediato en el ciclo secundario que cumplió totalmente cuando tocaba su fin el año 1908.

EL ANTIGUO CASTILLO DE VILLA DEL PARQUE: Tragedia y Misterio en su Historia (II)

Llegó el tiempo en el cual Lucía, terminados ya sus estudios en la parte secundaria, debía decidir si aceptaba las sugerencias de sus padres que deseaban su ingreso a la universidad nacional. Respetuosa del modo de pensar de sus progenitores, no puso obstáculos en mantener conversaciones al respecto. Luego de algunas tratativas familiares, creyó que la carrera médica podría ser para ella el brillante futuro que tanto anhelaba. Para tal fin se inscribió en la Facultad de Medicina de la calle Córdoba 2122 de nuestra Capital. Enfrente, del legendario "Hospital de Clínicas".


Cuando aún cursaba el primer año del ciclo inicial, advirtió que no podría continuar esos estudios porque no sentía atracción por ellos. Las excelentes clases dictadas por eruditos profesores no alcanzaban a interesarle. Comprendió entonces su equivocación en el momento de tomar decisiones. Quizás por complacer a sus mayores que deseaban verla algún día ejerciendo la medicina en un consultorio propio, cometió el error que después lamentó. Casi todos los hijos de aquel tiempo actuaban de esa manera.


Pasaron algunos meses del año 1909. Lucía una vez más, escuchaba los sones de un piano que llegaban nítidamente desde una casa vecina hasta su habitación. Los oía diariamente por las tardes. Le agradaba sobremanera esa melodiosa y variada música que incluía valses vieneses, mazurcas y tangos criollos. Transcurrió cierto tiempo y continuó interesándose por las melodías que permanentemente lograba escuchar con agrado.


Finalmente pudo convencer a sus padres para que le autorizaran a estudiar piano Luego de obtener la aprobación necesaria, ingresó en un conservatorio dirigido por la profesora Rosa Molarte, ubicado en la calle Buen Orden (Bernardo de Irigoyen) casi esquina Belgrano. Su entusiasmo era tal que en poco tiempo consiguió progresos notables, aventajando a sus más destacados condiscípulos ante la admiración de todos.


A ese instituto de enseñanza musical también concurría en condición de alumno, un joven llamado Angel Lemos que estudiaba violín. Se domiciliaba en la calle Defensa al 600, y pertenecía a una caracterizada familia porteña. Su padre Manuel Lemos se desempeñaba en el directorio de la tienda "A la Ciudad de México" situada en la calle Florida y Cuyo de la Capital. Su madre María López Fernández era ama de casa.


Lucía y Angel simpatizaron muy pronto: coincidían en el modo de pensar y tenían parecidas preferencias. El muchacho no disimulaba su interés por la joven, que tampoco desechaba la idea de iniciar un noviazgo. Así ocurrió, y como se estilaba en esos años, solicitaron el consentimiento de los padres de ambos, que dieron su aprobación sin inconvenientes. En la actualidad esa situación no sería soportable.


Mucho antes de esa decisión, ya el padre de la chica había prometido que si se concretaba alguna vez su matrimonio. El amplio castillo que hizo edificar en Villa del Parque, sería su obsequio de bodas. Un pensamiento que nadie intentó modificar.
Transcurría el tiempo, y la suntuosa vivienda permanecía sin ocupantes por mandato de su dueño, atendida exclusivamente en la parte de su mantenimiento y limpieza. El concurría periódicamente al barrio a bordo de su auto "Landauletes" donde siempre se le recibía con simpatía por parte de las modestas familias del lugar, las mismas que cuidaban para terceros extensas quintas de verduras aledañas, entre otras actividades. Mientras tanto los jóvenes vivían un felíz idilio, no existía nada anormal que hiciese peligrar la apasionada relación. Juntamente con sus padres acudían a espectáculos teatrales y cinematográficos, paseos, fiestas, acontecimientos deportivos, etc.


Se comunicaban por intermedio de cartas, y también lo hacían utilizando teléfonos rudimentarios que funcionaban a pila. El servicio lo prestaba una empresa creada en 1886 llamada "Unión Telefónica". Resultado de la fusión de dos compañías.


Tal vez mediante ese medio, las familias de los novios concretaron visitas, o reuniones para realizar acuerdos como el que tuvo lugar en casa de la chica, para decidir la fecha en la cual e efectuaría la boda. Según relata la leyenda, luego de un cambio de opiniones entre los presentes, se determinó que la ceremonia religiosa y civil se efectuaría el dia sábado 1º de abril de 1911. El festejo quedó establecido y confirmado. El lugar sería las instalaciones del castillo del señor Giordano.


Ángel Lemos


Cuando en 1909 Ángel Lemos inició su curso de violín en el conservatorio de la profesora Rosa Molarte, tenía 23 Amos (había nacido en Buenos Aires en 1886), ya poseía el título de farmacéutico otorgado por la universidad nacional.


En 1936 un investigador del tema que hoy nos ocupa, llamado Francisco Martínez, ubicó en los archivos de la Cátedra de Bromatología (Aula "Felipe Justo"), de la Facultad de Ciencias Médicas (a cargo en la ocasión de los profesores Angel Bianchi Lischetti y Vicente Colobraro), una carpeta de "Trabajos Prácticos" a nombre de Angel Lemos que correspondía al año 1909. Todo lo cual demuestra que en esa época fue alumno de la escuela de Farmacia, y que al cursar su cuarto año de estudios, estaba habilitado para obtener su título universitario, y proseguir si lo deseara en la carrera del doctorado en bioquímica. Aparentemente no lo hizo, pues no se encontraron datos al respecto. Sólo habría logrado su condición de farmacéutico.


Tragedia y Misterio en el Castillo (III)

VICTORIA DE GIORDANO


En esta oportunidad, la historia del Castillo de los Bichos nos lleva por política, fútbol y tango y nos cuenta así la vida de los familiares que vivieron en el edificio más famoso de Villa del Parque


-LA FAMILIA LEMOS - FERNÁNDEZ


Francisco, Gregorio, Maria, Carmen, Elena y Flora, hermanos de Ángel
Ángel Lemos, el hijo mayor del matrimonio integrado por Manuel Lemos y María.


López Fernández, tenía seis hermanos: Gregorio, Carmen, Francisco, Flora, Elena y María. Todos eran menores que él en varios años, y por consiguiente, en ese tiempo estaban cursando sus estudios del ciclo primario, en escuelas del barrio de Montserrat, integrante del Buenos Aires de antaño donde sus habitantes eran en ese año (1909) 1.025.000, y la población total del país 5.900.000.


Política, Fútbol y Tango


Tres temas excluyentes de los pobladores de aquella pretérita época; Política, fútbol y tango. En el primero de ellos las opiniones eran varias en cuanto a las adhesiones que en su momento tuvieron los nombres de los Presidentes Manuel Quintana y José Figueroa Alcorta. Luego si debió seguir en su cargo el ministro del Interior Joaquín V. González, no ingresando como senador. Que el Dr. Montes de Oca fue un exitoso ministro de Relaciones Exteriores. Que el Dr. Cevallos luego no lo fue menos, etc. etc. Como siempre, la manera de pensar de cada ciudadano será distinta, personal, única. Si bien se discutía con fervor, era costumbre hacerlo respetuosamente.


Algo parecido sucedía con el fútbol que se practicaba en la gran ciudad. Desde el primer torneo que con los auspicios de la "Argentine Association League" se disputó en 1891, cada equipo tenía su legión de simpatizantes. En 1909 se inscribieron diez clubes para el campeonato local. Alumni finalmente se consagró campeón con una gran cantidad de seguidores que dieron su constante aliento en todas sus presentaciones. Era realmente la entidad de mayor convocatoria.


En esos años el tango despaciosamente hacía abandono de las letras procaces y atrevidas de sus primeras épocas. Nuevos versos adornaron su melodía, pero evidentemente, aún no había aparecido el intérprete genial. Con el correr del tiempo sería Carlos Gardel, pero todavía este famoso cantor cultivaba el repertorio campero: valses criollos, estilos, y alguna milonga orillera. Su voz comenzaba a imponerse como la mejor. Con su arte incomparable recorría los viejos barrios de Buenos Aires: El Socorro, Monserrat, Concepción, San Nicolás, Balvanera, causando gran admiración.


Aún el tango solo era danza, y los "milongueros" se floreaban con sus cortes y quebradas, mientras sus arabescos sobre el piso eran complementados hábilmente por expertas "minas" en el difícil arte de bailar con gracia y elegancia el "gotán canyengue".


-Lucia y Ángel una Envidiable y Feliz Pareja


Lucía y Ángel formaban la pareja ideal. Quienes los conocieron dejaron constancias afirmando que ellos coincidían en innumerables facetas del carácter, del modo de ser. Poseían gustos refinados de espiritualidad y armonía. En la relación cotidiana demostraban amor y auténticos sentimientos de ternura y bondad. Educados bajo el régimen de la religión cristiana, se los veía juntos en los oficios religiosos de las iglesias parroquiales Santo Domingo, Monserrat, San Francisco y San Juan, donde también concurrían los padres de ambos.


En cuanto a la actividad social, eran asiduos participantes del"Círculo Italiano", "Club de Residentes Extranjeros" y el "Lawn Tennis Club". Ángel no ocultó su afición por el fútbol al estar presente en los días que jugaban aquellos primitivos futbolistas que defendían con real entusiasmo los colores de Alumni, Belgrano, Reformer, Lomas, San Isidro entre otros.


Lucía por su parte, de espíritu altruista y generoso, contribuía silenciosamente con instituciones de bien público que atendían las necesidades de quienes menos tenían y esperaban la ayuda solidaria del prójimo. Ángel apoyaba incondicionalmente la acción de su prometida, y colaboraba.


Los padres de estos muchachos impulsaban esa línea de conducta, recta siempre, justiciera, ecuánime, y se enorgullecían ante cada gesto bondadoso y positivo de sus hijos.


La pareja de novios admiraba la literatura criolla en especial, y por lo tanto consumían libros de grandes autores: José Hernández, Domingo Faustino Sarmiento, Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte), Esteban Echeverría, aunque sentían predilección por los poetas: Ruben Darío, Amado Nervo, Victor Hugo, originarios de otros países de América Latina.


Por su paso por el conservatorio, Lucía y Ángel dominaban la música clásica de los famosos compositores internacionales: Beethoven, Mozart, Chopin, Schubert, Schumann y disfrutaban de esas inmortales melodías, aunque tambiénno disimulaban su emoción ante los compases de un tango porteño.


Mientras tanto, en total armonía y comprensión, elaboraban proyectos en relación a su próxima boda, y al futuro hogar que formalizarían en corto tiempo.


Sin embargo, tanta felicidad se vio turbada de pronto por una acción inesperada, e insólita de don Rafael Giordano. A Raíz de un desentendido con su esposa que terminó en una seria disputa, y alentado por la intervención de un falso amigo que deseaba la disolución de la dicha que en ese momento reinaba en el hogar de don Rafael, éste puso en venta en ese año 1909 el hermoso edificio de la calle Campana. La providencia puso las cosas en su lugar. No hubo ofertas dignas de tener en cuenta, y todo volvió a la normalidad. El señor Giordano recapacitó sobre su inadecuada decisión anterior, descubrió a quien lo había aconsejado mal con inconfesables intenciones, y le propinó una merecida golpiza que seguramente nunca habrá podido olvidar. 

Tragedia y Misterio en el Castillo IV

Jorge Newbery, símbolo de la Buenos Aires de principios de siglo XX


Don Rafael Giordano y su esposa Vittoria D'Olivi adoraban a su única hija Lucía. No escatimaban esfuerzos para brindarle además de un intenso
cariño, los elementos necesarios para que fuera feliz, para que pudiera concretar sus sueños de juventud, todos los anhelos que seguramente guardaría en su alma y en su corazón.


Lucía, como toda chica de su edad deseaba vestir elegantemente y de acuerdo a los designios de la última moda. Esta indicaba para las damas: vestidos con adornos y encajes, sacos de pieles, faldas amplias y largas, sombreros adornados con plumas y flores, peinados altos, también con bucles, y a veces para concluir el peinado moños de terciopelo. Como complemento del vestir elegante femenino, guantes largos por encima del codo, y finalmente el calzado de tacos altos, y de variados colores de acuerdo al tono de la ropa que se esté usando. Ninguna mujer contrariaba estas disposiciones. Como era costumbre de aquellos tiempos, la muchacha concurría a realizar sus compras en compañía de sus progenitores, aceptando algunas sugerencias de ellos en relación a los artículos que intentaba adquirir. Antiguas normas que con el correr de los años cayeron en desuso, pues se las consideró ridículas e inaceptables.


Buenos Aires Durante la Primera Década del Siglo XX


Los ahorristas de tan lejana época en nuestra ciudad Capital, podían efectuar sus depósitos en infinidad de bancos habilitados para el caso: "Banco de Italia y Río de la Plata" (Bartolomé Mitre 448), "Banco de la Provincia de Buenos Aires" (San Martín 137 y Bartolomé Mitre 455), "Banco de Londres y Río de la Plata" (Bartolomé Mitre 399 y Montes de Oca 707), y muchos otros, que cubrían amplias zonas urbanas.


Gran cantidad de tiendas se instalaron en las calles porteñas: Gath & Chaves (Florida 107-27 y Bartolomé Mitre 569). "Al Palacio de Cristal" (Artes 130-40), "La Mondiale" (Av. de Mayo 801). "Tienda San Juan"(Alsina y Piedras). "M. Zabala" (Bartolomé Mitre 799), y muchas más, todas muy conocidas y de gran renombre.


Los fumadores tenían variadas marcas de cigarrillos para elegir: "Centenario", "París", "Siglo XX", "Vuelta Abajo", "43", "Turistas", "Monterrey", entre las más conocidas.
Una costumbre del ciudadano de la Capital se hacía realidad cada noche; concurrir con su familia a espectáculos teatrales, para lo cual contaban con adecuadas salas que ocupaban la zona céntrica: "Teatro Colón" (Libertad 601), "De la Comedia" (Carlos Pellegrini 248), "Marconi" (Rivadavia 2328), "Politeama" (Corrientes 1470). "San Martín" (Esmeralda 257), "Odeón" (Esmeralda 367), "Del Coliseo" (Charcas 1119), "Del Casino" (Maipú 336). Los barrios suburbanos carecían de ese privilegio, sólo modestos cines , y no en todas las zonas…


Las confiterías y los cafés de entonces también eran lugares donde se reunían la gente para conversar y distraerse. Entre otros podemos citar: "Confitería del Molino" (Rivadavia y Callao), "Confitería París" (Libertad y Charcas), "Confitería del Gas" (Rivadavia y Esmeralda), "Café Tortoni" (Av. de Mayo 829), "Café La Helvética" (San Martín y Corrientes), "Café de la Amistad" (Rivadavia y Buen Orden-hoy Bdo. De Irigoyen).


En cuanto a los deportes que practicaba la población, el fútbol, ese juego de los "ingleses locos", traído al país por Mr. Watson Hutton, llevó la preferencia de la mayoría, y fundándose luego entidades de orígen nacional, que años más tarde causaron la admiración de los creadores británicos. Los alumnos superaban a los profesores. En aquellos años, también la aeronáutica tuvo sus adherentes, aunque no era una disciplina del ciudadano común. Su precursor fue Jorge Newbery nacido en Buenos Aires el 27 de mayo de 1875, fundador del Aero Club Argentino en enero de 1908. El 17 de octubre del citado año el Dr. Eduardo Newbery, uno de los doce hermanos de Jorge, en compañía del sargento Eduardo Romero y con diez palomas mensajeras a su bordo, inicia un viaje en globo con un recorrido previsto de antemano. Nunca se supo el destino final de la aeronave y sus valerosos tripulantes, solo regresó una sola paloma pero sin traer ningún mensaje. El globo "Pampero" había entrado en la historia con su luctuosa y triste desaparición.


La "High life" argentina de la época concurría para hacer deportes, a entidades donde sus asociados casi en su totalidad eran ingleses o descendientes de ellos, se inscribían en torneos de cricket, remo, yachting, polo, rugby, atletismo, tenis, golf, etc. Una de ellas: YMCA (Young Men's Christian Association) fundada en mayo de 1902. También eran inglesas las líneas ferroviarias que cruzaban nuestra Capital. Según la historia el ingeniero Emilio Mitre había sido el autor de la llamada "Ley Mitre" que concedía a los británicos desde el 30 de septiembre de 1907, franquicias aduaneras durante 40 años. Las empresas beneficiadas: "Ferro Carril Central de Buenos Aires", "Ferro Carril Central Argentino", "Ferro Carril Oeste", "Ferro Carril Buenos Aires al Pacífico", "Ferro Carril Sud" y otras que circulaban por distintas partes del interior del país. Un colosal negocio para los empresarios extranjeros.


En aquellos años, otro medio de transporte recorría las calles porteñas; el tranvía, que ya no era tirado por caballos. Tres grandes empresas ofrecían el servicio: "Anglo Argentina". "Compañía Eléctricos de Buenos Aires" y "Federico Lacroze". También en cierto momento estuvieron otras compañías: "La Capital", "Ciudad de Buenos Aires", "Metropolitanos", "La Gran Nacional", "Buenos Aires y Palermo" y "La Nueva"


Corrían los tiempos de las arterias céntricas empedradas y con múltiples locales de negocio, y las oscuras y mugrientas zonas del arrabal, fuente de inspiración de los talentosos poetas de nuestro tango. 


Tragedia y Misterio en el Castillo (V)

- GESTO SOLIDARIO DE LUCÍA GIORDANO -


Una vez más, Lucía Giordano juntamente con sus padres, había concurrido a la denominada "Casa de Expósitos" protectora de niños sin familia, fundada en 1779 por el virrey don Juan José de Vértiz, y reorganizada durante el gobierno de Rivadavia. Tenía subsidios gubernamentales y administrados por la "Sociedad de Beneficencia". El objeto de la visita era una ayuda monetaria para el sostén de dicha institución solidaria.


Noble gesto, más destacable aún si se tiene en cuenta que no autorizaron a ningún medio informativo de la época, efectuar comentarios alusivos.


1910: LLEGADA DEL COMETA “HALLEY” - ILUSTRES HUESPEDES Y MODESTOS INMIGRANTES LLEGARON AL PAIS


1910: LLEGADA DEL COMETA “HALLEY”


Ante el asombro general apareció de pronto el planeta y fue visto claramente. Se lo veía como una fulgurante estrella con una tenue cola, que aparecía en el cielo porteño aproximadamente a las cuatro de la mañana. Este cometa que nos visitaba por primera vez era conocido varios siglos antes de Cristo por reyes, esclavos, guerreros y escritores. Estudiado por el astrónomo y científico inglés Edmond Halley (por lo cual llevó su nombre), pareciendo visible cada 75 años en los cielos del universo.


Su llegada provocó hechos triviales, humorísticos y también trágicos. En las grandes capitales del mundo, los diarios de la época informaban de suicidios, sincopes cardíacos, ataques de locura, porque aparentemente cada día su imagen era más nítida y hasta parecía que se acercaba lentamente hacia la Tierra, y pronosticaban que el choque con nuestro planeta se produciría irremediablemente, pues no existía salvación. En una fecha prevista la colisión se esperaba en las primeras horas de la madrugada. Muy pocos habitantes mundiales lograron dormir. En las iglesias mucha gente rezaba, también las casas de familia se entregaban a la oración. En todas partes se advertía gran preocupación y tristeza, muchos lloraban desesperadamente.


En Europa, como sucedía en distintos lugares del planeta, existía una evidente desazón, pero también prefería el clima festivo y despreocupado la gente que no creía en fatídicos presagios. En Roma y otras ciudades italianas los locales de negocio y los restaurantes permanecieron abiertos al público toda la noche, ofreciendo la algarabía de las grandes fiestas. En la ciudad de París llovió torrencialmente, por lo tanto fracasó el intento de ascender a la Torre Eiffel para ver el cometa en todo su esplendor. Madrid, la capital española, lucia magnífica iluminada totalmente, mientras una verdadera multitud recorría las calles aparentemente sin ninguna preocupación. En nuestra ciudad de Buenos Aires la situación se presentó de distinta manera. La inminencia de una catástrofe cósmica creo una especie de psicosis colectiva. La posibilidad de un desastre total trajo inevitables episodios de demencia, depresiones y suicidios Sin embargo hubo también quienes se burlaron sarcásticamente del indeseable visitante sideral, y dirigiéndose a el le enviaba agrios insultos haciéndole el clásico “corte de manga”, mientras que algún talentoso poeta le componía cierta cuarteta mezclada de bronca y desprecio que repetía diciendo: “ Y ya se nota a tu paso / que sos un cometa a cuerda / por eso no hago caso / te podés ir a la m...”.


En Villa del Parque las actitudes de la población no diferían de las demás. Muchos curiosos pobladores del barrio de casas bajas, subían a los techos de sus viviendas para observar de mejor forma al planeta. El tradicional castillo parquense deshabitado por entonces, fue ofrecido por su dueño don Rafael Giordano, a quienes desearan ver desde su elevada torre el espectacular acontecimiento. En la ocasión se suscitaron escenas tensas, dramáticas y emotivas. Ala curiosidad y el temor se juntaban en esos momentos, en el alma y corazón de la gente ante la presencia de esa enigmática figura de cola brillante y alargada, causante del pánico y desconsuelo en todas partes del mundo. Sin embargo, el tiempo transcurría sin que ocurriese nada anormal.


Por esos días, algunos diario capitalinos aseguraban a la población, informaciones del astrónomo y escritor Camilo Flamarion que no tenía dudas sobre la llegad del “Fin del Mundo”. Sobre este tema se escribieron fascículos (un total de diez) y se vendían por las calles de la ciudad a 10 centavos cada uno. En los mismos se insistía en una fecha exacta: 18 de mayo de 1910. De esa manera se creaba evidentenmente una preocupante y triste expectativa sobre “La gran catástrofe universal”.


Llego finalmente ese día fatídico, y como sucedió anteriormente, en las distintas zonas del mundo las reacciones de la gente no fueron iguales. Nuevamente hubo expresiones diversas: alarmantes, de gran tristeza y preocupación, alegres, irónicas, de manifiesta indignación, etc. Cada cual exteriorizaba sus sentimientos a su manera. Felizmente nada paso, pero en aquel tiempo ingeniosos publicistas aprovecharon la aparición del cometa para la confección de avisos. Uno decía: “Han desaparecido las fantásticas nubes de terror que rodeaban al cometa Halley. El astro peregrino se despide de nosotros con su brillante sequito, revelándonos los nombres de los exquisitos bizcochos que elaboraba la premiada Casa de A. Carpinacci. Casa Central Callao 2036”.


Otro afirmaba: “Lo que dice el cometa Halley vino Cordero genuino, vigoriza y fortalece. Especial para banquetes, tertulia, postres y bautizos”. Una vez mas se confirmaba ante hechos como éste, un dicho popular que nos recuerda que “Gustos y opiniones hay miles de millones”.


Tragedia y Misterio en el Castillo (VI)

Durante el mes de mayo se celebró aquí el año del Centenario, una muy emotiva recordación de los albores de nuestra patria. En la Capital porteña hubo festejos y hasta en los barrios muchos edificios aparecían abanderados (en Villa del Parque el elegante castillo ostentaba sus mejores galas). En ese tiempo llegó a Buenos Aires la Infanta Isabel de Borbón, perteneciente a la Corona de España, hermana del Rey don Alfonso XIII. Además estuvieron presentes comitivas de diversas naciones; de Chile con su presidente Pedro Montt, el vicepresidente de Perú Eugenio Larrabure, el canciller paraguayo Adolfo Riquelme, la delegación alemana presidida por el conde Colmar von der Goltz, Japón envió a Eki Mocki de la familia imperial, y los Estados Unidos con la representación del general Leonard Wood.


El 25 de mayo desfilaron veinte mil hombres de nuestra Fuerzas Armadas, y también de las de algunos Estados extranjeros. El presidente argentino Dr. José Figueroa Alcorta recibió a los visitantes en la Casa de Gobierno, y luego en el edificio del Congreso Nacional. Frente a este colosal palacio la hermosa plaza creada por el Intendente Municipal don Manuel Güiraldes (padre del que fuera luego el autor de la obra "Don Segundo Sombra"). Los venerados visitantes asistieron al Teatro Colón donde se ofreció la ópera "Rigoletto", luciéndose el famoso tenor italiano Titta Ruffo con su magnífica voz. También conocieron el esplendor de la bella calle Florida y sus importantes comercios de gran renombre, incluído el moderno "Plaza Hotel". Admiraron la categoría de los teatros y cafés de la españolísima Avenida de Mayo, la primera de nuestra ciudad Capital inaugurada en 1894 y donde se destacaban tres grandes hoteles de Buenos Aires; el "Motropole" (esquina Salta), el "Splendid" (Lima) y el "Magestic" (Santiago del Estero). Todo lo cual jerarquizaba el prestigio que ya poseía nuestra querida urbe porteña, elogiada en todas las zona de nuestro planeta.


Meses más tarde arribó a la Argentina (septiembre), Guillermo Marconi renombrado físico italiano nacido en 1874, galardonado con el "premio Nobel", inventor de la telegrafía sin hilos. Además se recibieron visitas de otras destacadas personalidades de jerarquía mundial. No podemos dejar de mencionar a los humildes inmigrantes que llegaban en grandes contingentes, en busca de mejores condiciones de vida que el viejo continente europeo les negaba.


Con mucha fe, ilusión y deseos de paz y trabajo desembarcaron: italianos, españoles, yugoslavos, polacos, turcos, rusos, griegos y hasta de regiones asiáticas y africanas; chinos, japoneses, filipinos, marroquíes, senegaleses. Todos ellos elegían a la Argentina que comenzaba a ser la más importante nación de América del Sur. Los viajeros que venían desde las más alejadas partes del mundo, se asombraban de las dimensiones de nuestra Capital, con sus 200 kilómetros cuadrados.


En el centro y en la parte norte se advertían los edificios públicos, mientras que en la zona sur se hacían presentes los coquetos palacios familiares, en tanto que en el oeste se creaban nuevos barrios cada vez más numerosos y extensos. Villa del Parque, Santa Rita y Villa Devoto valen como ejemplo, ocuparon tierras que habían sido quintas de pioneros como lo fueron: Bergallo, Vicente Zabala, Pedro Pastorini y Venancio Reyes entre otros.


El puerto de Buenos Aires tenía cuatro diques y dos dársenas construcciones que demandaron once años de labor, desde 1886 hasta 1897. En ese próspero 1910 desde allí y del Dock Sur (habilitado en 1895), una apreciable cantidad de buques de ultramar descargaban productos, cargando luego toneladas de trigo, maíz, lino y avena, para transportarlos a países de otras latitudes, confirmando una vez más que la Argentina siempre ha sido "el granero del mundo".


Durante ese año de celebración del Centenario de la Revolución de Mayo, comenzó a funcionar el poder Judicial en el Palacio de los Tribunales, se colocaron las piedras fundamentales de los monumentos de Cristóbal Colón, descubridor de América, y el de los Españoles, donación de las colectividades itálicas e hispana, respectivamente, las dos inmigraciones más numerosas que ingresaron en determinada época a nuestro país, donde fueron recibidos sin condiciones previas, y ellos iniciaron con su esfuerzo y buena voluntad una etapa de auténtico crecimiento y progreso. 


Tragedia y Misterio en el Castillo (VII)

COMUNICACIONES AMOROSAS ENTRE LUCIA Y ANGEL


Las comunicaciones amorosas entre Lucía y Ángel en aquellos primeros años del siglo XX, se efectuaban utilizando los primitivos aparatos de la recordada empresa "Unión Telefónica", mediante la acción de una operadora que obtenía finalmente el llamado.


Al mismo tiempo lo hacían por intermedio del envío de la correspondencia a través del correo, y con tal sistema intercambiaban románticas cartas en las cuales expresaban su mutuo amor, logrando también hacerlo luego con la aparición en la vida porteña de entonces, de un nuevo elemento sentimental y emotivo: La tarjeta postal, confeccionada con una fina y delicada cartulina, donde generalmente se admiraba la presencia de una pareja de enamorados, en una figura elegante y esfumada, mientras que en otras parecía un bello paisaje o hermosas flores integrando una llamativa imagen por sus distintos colores. Esa era una común forma de expresión de la época.


Con el paso de los años esas fotografías se fueron transformando en un cúmulo de nostalgias y melancolías, de recuerdo y añoranzas.


En el anverso de cada tarjeta se colocaban las leyendas escritas. Lucía y Ángel lo hicieron durante su noviazgo, pero también los padres de ambos entre sí, se enviaron saludos de Navidad y de fin de año, una costumbre de la comunidad de aquel tiempo, y por lo tanto no extrañaba su práctica generalizada. Estas postales se escribían casi siempre con el solo objeto de hacerse presente en determinados momentos y con el anhelo de ser recordado y además tenido en cuenta afectivamente: "Lucía, nunca podría olvidarme de tí". Ángel. "Bien sabes mi amado Ángel que eres el hombre de mi vida", Lucía. Sus progenitores a su vez, expresaban: "Estimados don Rafael y señora Vittoria; aquí se los recuerda muy afectuosamente. Muchas felicidades para este año 1911", Familia Lemos López Fernández. "Muy apreciados don Manuel Lemos y señora María López Fernández; Nuestros mejores deseos de felicidad para ustedes, para la Navidad y el próximo Año Nuevo", Familia Giordano D' Olivi. Ese era el lenguaje postálico de aquellos lejanos días en nuestra querida ciudad de Buenos Aires, y que hoy seguramente, se lo considerará, ridículo, cursi e inadecuado.


VILLA DEL PARQUE EN 1910


El barrio por esos años era prácticamente campo, ocupado por innumerables quintas de verduras, y apenas aparecían delineadas sus primeras calles con piso de tierra. Sus habitantes no eran muchos, y poseían como medio de transporte fundamental, el ferrocarril. Poco después se inauguraron las líneas de tranvías Nros. 85 y 86, uno con destino a la zona de Caballito y la restante a Plaza de Mayo.


Uno de los primeros vecinos de la zona parquense fue don Antonio Cambiasso. Había instalado una quinta entre las calles Llavallol, Helguera, Nogoyá y Santo Tomé. Era además dueño de otra similar ubicada en Orán, Madrid (San Nicolás), Baigorria y Nogoyá. Por esos tiempos la escuelita rural "Dr. Antonio Dellepiane", que funcionaba en un modesto local del Camino a San Martín (Av. San Martín) fue trasladada a la calle Pedro Lozano 3274 entre Cuenca y Campana (hoy en la calle Baigorria entre Helguera y Cuenca). Un pionero del barrio, don Maximiliano Zalper, hizo construir uno de los edificios más importantes en la esquina formada por las calles San Roque (José Pedro Varela) y Helguera. El núcleo de vecinos que había creado la primera Sociedad de Fomento, trabajaba con entusiasmo para lograr el pavimento de calles, plantación de árboles, nuevos medios de comunicación y la instalación de pasos a nivel en las vías ferroviarias. Villa del Parque comenzó a crecer.


..Y LLEGÓ LA NAVIDAD


Finalizaba el año 1910, en el cual habían ocurrido una serie de acontecimientos casi irrepetibles, y la población de Buenos Aires se aprestaba a festejar la tradicional Navidad católica. "Feliz Nochebuena" eran las dos palabras que se oían con frecuencia en la víspera de la fiesta navideña. La gente se preparaba con entusiasmo para la ocasión adquiriendo confituras importadas y de origen nacional: champagne "Pommery", aperitivo "Fernet-Branca", vinos "Calvet", "Cordero" "Woodhouse". Cervezas "La Africana" y "Pilsen-Bock", también determinados alimentos adecuados al festejo.


Al puerto porteño llegaban barcos repletos de inmigrantes de distintas partes del mundo, cerca de 8.000 descendían al grito de "Feliz Navidad", en sus respectivos idiomas. Muchos viajarían luego al interior para efectuar trabajos agrícolas y en los ferrocarriles "Central de Buenos Aires", "De Entre Ríos". "Andino". "Del Sud" y "Pacífico". Aquí se les ofrecía ocupación y la paz que ellos tanto necesitaban.


En el sorteo realizado por la Lotería Nacional el día 24 con un premio de un millón de pesos, resultó favorecido del número 4949. Pocas jornadas después, haría su aparición el nuevo año, esperado con mucho entusiasmo e ilusiones por todo un pueblo, anhelante de felicidad y buenas perspectivas, en un país como la Argentina, donde con la colaboración de todos podría transformarse en el más próspero de Sudamérica. 


Tragedia y Misterio en el Castillo (VIII)

LOS PREPARATIVOS PARA LA BODA


Transcurría el mes de enero de 1911 y la fecha establecida para el casamiento de Lucía y Ángel había sido fijada para el sábado 1º de abril de ese año. La recepción se realizaría en el espléndido y gran edificio de la calle Campana de Villa del Parque, muy cerca de la estación ferroviaria.


De común acuerdo las dos familias, que por otra parte mantenían muy buenas relaciones, efectuaron las invitaciones de rigor, y al mismo tiempo tomando nota de todo lo necesario para dicha ocasión.


El Castillo por ese entonces permanecía vacío por disposición de su propietario don Rafael Giordano, feliz en la oportunidad y arrepentido de haber dispuesto su venta que no se concretó dos años antes. La situación ahora era distinta, afortunadamente, y con su futuro consuegro don Manuel Lemos decidieron planear en primera instancia el moblaje (que correría por cuenta de ambos), de cada uno de los ambientes de la hermosa residencia. Comenzaron por asesorarse en tal sentido consultando a empresas dedicadas a esos menesteres. Luego de recorrer una buena cantidad de comercios de la Capital, solicitando catálogos, presupuestos y condiciones de venta, cotejaron la calidad y los precios de los elementos que deseaban adquirir, llegando a la siguiente conclusión: Muebles y tapicería (Pastore y Pino) de la calle Cuyo (Sarmiento) 1446/48. Artículos de bazar, cristalería, loza, porcelana (La Gran Despensa), calle Artes (Carlos Pellegrini) esquina Bartolomé Mitre. Estufas, calentadores y fonógrafos (Cassells y Co.) Florida 43. Relojes eléctricos (Casa Barlow) Florida 484. Pianos e instrumentos musicales (Breyer Hermanos) Florida 49.


Concretadas las respectivas compras en poco tiempo, todos los ambientes de la mansión parquense quedaron equipados, reflejando elegancia, categoría y buen gusto. Catálogos, pedido de compras, recibos de venta y datos complementarios, fueron recopilados en su momento para la historia, después, tal vez, no se le dio el real valor que esa documentación tenía, y se fue perdiendo a través de los años. Solo han quedado para la posteridad, relatos y anécdotas transmitidas por quienes fueron protagonistas de hechos verídicos, a sus descendientes, y estos a su vez los documentaron en su gran mayoría, para que en una eventualidad futura, existiera la posibilidad de escribir la verdadera leyenda del misterioso y legendario Castillo de Villa del Parque.


SABADO 1º DE ABRIL DE 1911


Finalmente llegó el día esperado, sábado 1º de abril de 1911. Los vecinos de entonces lograron admirar la silueta del edificio que presentaba en esa singular jornada un aspecto imponente, hermoso, cautivante. Se habían cuidado hasta los más mínimos detalles. Todo era exactitud y esmero, pulcritud y gusto refinado, quizás por la excelente organización del personal especializado que se contrató para tal ocasión.


Fueron transcurriendo las horas, durante las cuales se había cumplimentado por la mañana la correspondiente tramitación en el Registro Civil para la concreción del enlace. Entrada la noche comenzaron a llegar los invitados. La mayoría, ostentando la conocida vanidad humana, lo hacían orgullosos a bordo de lujosos automóviles con un evidente deseo de competir y triunfar ante los ojos de sus amistades y la demás gente.


Las famosas marcas de coches de aquel tiempo llevaban estos nombres: "Renault Fréres E-M-F 30", "Columbia", "Maxwell", "Courier", "Standard-Dayton". La conducción de los mismos estaba a cargo de choferes uniformados con vistosas chaquetas, gorras elegantes, guantes blancos y calzando lustrosas polainas de cuero. Cada uno de esos servidores representaba de alguna manera el poderío económico de sus patrones.


Luego de iniciarse la fiesta, el bullicio y la alegría hacían sentir su presencia en todos los ambientes de la mansión. Los padres de los contrayentes saludaban y atendían con delicada cortesía a los concurrentes al festejo. A su vez, los "mozos" contratados para desempeñarse en la ocasión, cumplían adecuadamente con sus funciones específicas. Dos orquestas de distinto estilo amenizaban la importante reunión. Una denominada "Platz Grau", ejecutaba antiguos valses vieneses, mazurkas y alguna otra música de origen europeo en la sala principal. En otro sector del edificio un cuarteto de ejecutantes criollos titulado "Buenos Aires", integrado con bandoneón, guitarra, flauta y violín, interpretaba inspiradas y hermosas melodías porteñas.


Con la llegada de los novios la fiesta alcanzó su máxima expresión de algarabía y felicidad. En determinado momento, como si hubiese sido un convenio realizado de antemano, los concurrentes a tan grata y emotiva reunión solicitaron a los recién casados (muy buenos ejecutantes de piano y violín) algunos temas musicales del repertorio de ambos. Cortésmente accedieron a esos pedidos, y así se pudieron oír en esa noche festiva, la interpretación de Lucía y Ángel en armoniosos compases de bellas obras de famosos compositores, ante los vibrantes aplausos de los presentes. 


Tragedia y Misterio en el Castillo (IX)

LOS DATOS QUE AÚN EXISTEN Y LOS QUE HAN DESAPARECIDO


En la antigua crónica de la historia del legendario castillo, existen "baches" informáticos insalvables. Con el transcurso de los años desaparecieron datos importantes de real valor que nunca pudieron ser rescatados. Se sumó a este inconveniente la desafortunada aparición posterior de informes equivocados, muchos de ellos emitidos de buena fe por quienes creyeron estar bien documentados, pero no era así.


Según relatos que consideramos creíbles, daremos la nómina por supuesto incompleta, de algunos de los invitados que estuvieron presentes en la ampulosa fiesta de bodas.


Habían asistido a la misma, directivos y deportistas de conocidas instituciones: Tiro Federal Argentino, Buenos Aires Rowing Club, Alumni F.C. Belgrano F.C. Yacht Club Argentino y del Círculo Italiano, entre otros. Acudieron también personajes de la política nacional, cuyos nombres no transcendieron, y del ámbito católico.


En cuanto al lugar donde se celebró la ceremonia religiosa, existen evidentes dudas. Quienes afirmaron que se efectuó en la Parroquia de San Antonio del barrio de Villa Devoto, no estuvieron en lo cierto. Su piedra fundamental había sido colocada en el año 1884, y la construcción comenzó a realizarla la familia Anchorena, pero fue abandonada por mucho tiempo. Lugo continuó con las obras el conde Antonio Devoto en 1915, por consiguiente no estaba habilitada en 1911. Más aceptable es la versión que indica que se realizó en la iglesia parroquial de San José de Flores ubicada en Rivadavia y Pedernera de nuestra Capital. No extrañó que el casamiento por civil se concretaría en las oficinas de esa zona: Fray Cayetano 65.


La leyenda también inscribió en sus páginas, algunas facetas desconocidas relacionadas con los jóvenes recién casados: algunos de los regalos recibidos en ocasión de su boda. Todos eran elementos valiosos de marcas prestigiosas de aquellos tiempos.


Un automóvil "Sampson", un piano importado y un violín del mismo orígen, un reloj de bolsillo, de oro 18 kilates (para hombre), una motocicleta inglesa "Bradbury", un grafófono "Columbia" con diez discos grabados por famosos intérpretes, una máquina de escribir "Royal Typerwiter Company", un medallón de oro con la imágen de Santa Lucía, (para dama), varias estufas para los distintos ambientes del edificio, juegos para te y café, juegos para mesa de porcelana inglesa, una variedad de copas de cristal, conjunto para lavatorio de porcelana importada, veladores eléctricos (a pila), una cigarrera de plata y caja de auténticos habanos, varios aparatos y útiles para la fotografía, un gran cuadro con la imágen de "La Gioconda", reproducción hecha por un artista amigo de la pareja, un variado surtido de baúles y valijas, productos de "Perfumerie La Couronne", Paris et London, y "Parfum Enigma" Lubin, París.


Quizás la recopilación de los obsequios no sea completa, pero quienes asumieron esa tarea dejaron para la posteridad un invalorable y emotivo testimonio.


Los novios se despiden y se retiran del Castillo


Transcurrían las primeras horas de la madrugada del día domingo 2 de abril de 1911, y el clima jovial de los festejos no decaía en ningún momento, todo era felicidad y alegría. El castillo totalmente iluminado daba una visión muy particular a esa zona del incipiente barrio. Desde lejos aparecía como una fulgurante figura, bella e impactante en medio de la noche. Era un espectáculo imponente, descripto luego con gran emoción por todo el vecindario de la zona parquense.


Pasaron las horas y en medio del bullicio de los presentes, llegó el momento de la despedida de la feliz pareja. Comenzarían a transitar por la dichosa senda de un verdadero amor, unidos en un matrimonio que solo Dios o el destino podrían separar.
Todos los participantes de la fiesta trataban de acercarse a los contrayentes, para desearles buenaventuranza y fortuna, comprensión y fidelidad constante.


Salieron del edificio, y según informes de testigos, el automóvil que los trasladaría no estaba en la puerta del mismo, y nadie supo explicar el motivo de tal ausencia. Alguien informó enseguida que estaba ubicado en otro lugar. Como es de imaginar, hubo comentarios adversos para quienes tomaron tal decisión. Sin ninguna duda, el coche nupcial debía haber estado en las puestas del edificio. Ese error, como se verá luego, fue factor preponderante en la desgraciada aparición del aciago hecho trágico de horror e infortunio. 


Tragedia y Misterio en el Castillo (X)

UN INCREIBLE Y FATAL ACCIDENTE


En esa madruga de otoño en los alrededores del majestuoso castillo la oscuridad era total, y algo lúgubre. En aquellos lejanos tiempos las calles del barrio eran con piso de tierra. Solo algunas de las arterias principales tenían adoquinado y además no poseían iluminación propia. Solamente se advertía cada noche la presencia de algún modesto farol alimentado a querosén, disperso y solitario en diversos lugares de la desolada zona brindando su luz tenue, parpadeante e imperfecta, pero a la vez, romántica, bella y encantadora.


Los primitivos y siempre recordados vecinos parquenses de esa irrepetible época, disfrutaban por las noches de cierta visibilidad durante la plenitud de la luna llena, situación aprovechada por algunos para realizar tareas menores. Pasado ese corto ciclo, transitar por esos sitios en horas nocturnas significaba literalmente hacerlo "con los ojos vendados". En el tiempo de la fiesta de la boda comentada, el satélite de la Tierra iniciaba su cuarto creciente, y por lo tanto, una total oscuridad rodeaba el notable edificio de la familia Giordano.


Transcurrían las primeras horas de la madrugada del día 2 de abril de 1911 cuando la pareja de novios dejó el castillo. Gran cantidad de vecinos ocupaban la calle Campana y sus respectivas veredas, quienes les brindaban expresiones de simpatía y augurios de felicidad y fortuna. En esos momentos se pudo comprobar la ausencia del vehículo que debía trasladar a los recién casados, informándose que los aguardaba del otro lado, muy cerca de lo que hoy es la calle Ricardo Gutiérrez. Curiosamente una actitud llamativa e incomprensible¸ ignorándose quién había ordenado tal cambio (y si alguien lo hizo quizás tendría sus razones). ¿Habrá sido por el agua y el barro acumulados en esa calle a raiz de recientes lluvias?


Lo cierto fue que la pareja se dirigió hacia el sitio previsto, cruzando sobre los rieles del ferrocarril en medio de la oscuridad. Desde las puertas del Castillo se pudo observar a los jóvenes que a pie realizaban el trayecto. Varias veces saludaron con los brazos en alto a quienes los despedían. Esa fue la última imagen que la gente tuvo de Lucía y Ángel, porque segundos después ocurriría lo inimaginable y terrorífico. En esos momentos un tren rápido se desplazaba hacia la estación terminal de Retiro, por una de las vías de aquel solitario y oscuro sendero.


Los novios no advirtieron la imprevista aparición de la locomotora que arrastraba la formación de vagones a tanta velocidad. La luz delantera de las máquinas de esa época era insuficiente; muy débil y pequeña. No se identificaba a cierta distancia, pero el trepidar de esa mole de hierro tampoco fue escuchado por ambos, y entonces el terrible accidente se produjo; fueron embestidos violentamente perdiendo la vida en el acto. Se buscó en aquel entonces una explicación lógica a las posibles causas que originaron la tragedia. Quizás hubo una momentánea distracción de las víctimas debida al cansancio y sueño, después de la agotadora jornada vivida. También pudo ser producto de un fugaz y comprensible fervor amoroso, que por un instante desvió la atención de los dos en ese lugar peligroso y sin una iluminación adecuada.


Años más tarde apareció otra versión distinta con relación a este luctuoso episodio. En ella se decía que Lucía y Ángel partieron desde el castillo en un coche tirado por caballos, dirigiéndose en dirección a las vías férreas. Antiguos vecinos de la zona de ese tiempo, aseguraron que no había allí paso a nivel, y además los rieles ferroviarios estaban en un nivel bastante elevado con relación al de la calle Campana. Si así realmente era la situación. ¿por qué el carruaje ante ese inconveniente cruzó por ese lugar? ¿No hubiese sido más lógico y seguro haberlo hecho por la calle Tinogasta para llegar luego a la calle Cuenca? Por otra parte el cochero que conducía el vehículo ¿tampoco advirtió la presencia del tren?, sabiendo que él debía estar atento a todo lo que sucedía alrededor de su carruaje, más aún en ese sitio oscuro y riesgoso donde también corría peligro su propia vida. Situación confusa y poco clara que siempre fue materia de discusión.


Otro dato para la polémica afirmó en su momento que testigos presenciales del desastre, relataron con total convencimiento, que el transporte que utilizarían los recién casados después de la boda, y al cual nunca llegaron, no era un coche arrastrado por equinos, sino un coqueto automóvil muy bien acondicionado a cargo de un chofer elegantemente uniformado, que los esperaba del otro lado de las vías de a cuerdo a las instrucciones recibidas de los familiares de los contrayentes. 


Tragedia y Misterio en el Castillo (XI)

RELATOS DEL CHOFER DEL COCHE NUPCIAL


A este señor, involuntario espectador del accidente ocurrido a poca distancia de donde tenía estacionado su coche, le atribuyeron posteriores declaraciones de las cuales reconoció que en aquellos momentos estaba sentado en su cabina distraídamente, sin prestar mayor atención a lo que sucedía en los alrededores. Un paraje oscuro y monótono sin atractivos para la curiosidad. Recordaba que de pronto al girar la vista hacia el Castillo alcanzó a ver el veloz avance del tren, y creyó haber oído algún grito de terror que no pudo precisar. Tal vez ambos jóvenes habrían expresado de esa manera su espanto, al advertir súbitamente frente a ellos la enorme masa de hierro de la locomotora que terminaría con sus vidas.


Por su parte el maquinista que guiaba la formación ferroviaria llegó a la estación terminal de Retiro en su horario habitual no informando sobre lo ocurrido porque según sus manifestaciones, por la alta velocidad que el tren llevaba y la escasa visibilidad del lugar no vio lo sucedido.


Más allá de los relatos y las especulaciones que se hicieron al respecto, lo verdaderamente cierto, lo indudable, es la acción preponderante de un destino cruel y despiadado que se había cobrado dos víctimas, destruyendo la existencia de una felíz muchacha junto a su joven esposo.


Desafortunadamente, una trama fatal originó el triste e imprevisible accidente causando enorme pena, tremenda amargura a sus allegados y a todos aquellos que lograron conocer de cerca a Lucía y Ángel. Es de lamentar que a raiz de un extraño designio perecieran justamente el mismo día en el cual debían iniciar una afortunadamente senda matrimonial, seguramente con la idea de concretar proyectos alentadores y promisorias ilusiones, al amparo del cariño y el apoyo incondicional de sus respectivas familias.


Conclusión:


Por todo lo relatado hasta aquí, analizando todas las posibilidades presentadas y cotejando eventuales declaraciones de quienes estuvieron cerca de la terrible tragedia, debemos admitir que la versión que afirma que no era un coche tirado por caballos el vehículo nupcial, sino un automóvil, es al parecer la más acertada, la más creíble y por consiguiente la que debe registrar la historia.


DATOS Y NOTICIAS QUE SE PERDIERON EN EL TIEMPO


Es indudable que con el paso de los años la historia va perdiendo poco a poco informaciones de gran utilidad, datos importantes que la posterioridad nunca podrá rescatar. Quizás debido a eso, hubo quienes sin haber vivido en las épocas que debía recoger la leyenda "fabricaron" noticias y argumentos de dudosa veracidad. Otros en cambio que realmente asistieron a determinados acontecimientos y por motivos inexplicables dieron datos falsos y equivocados que distorsionaron la verdad. Tales formas de notificar, especialmente al periodismo que las aceptaba de buena fe, originaron errores informáticos insalvables. Todo lo antedicho se confirma al evocar momentos culminantes de la vida de los habitantes del castillo parquense.


Años más tarde de ocurrido el accidente alguien dijo tener datos sobre el sepelio y la inhumación de las víctimas. Inexacto, esa noticia es incorrecta, extrañamente ignorándose por que razones, nunca se dio a conocer esa información y quienes en algún momento dijeron poseerla no se ajustarán a la realidad. Con referencia a ese tema solo por trascendidos no confirmados, la empresa funeraria a cargo del servicio había sido Lázaro Costa. Tampoco se supo en que necrópolis fueron depositados los restos de ambos jóvenes. Dudas e incógnitas que jamás podrán ser aclaradas debidamente. El tiempo transcurrido borró para siempre las huellas de un pasado, cuyas noticias, informes y testimonios principales hoy tan solo son un recuerdo, una evocación nostálgica reflejadas en las páginas de la historia parquense.


A fines de 1912 el castillo fue puesto en venta pero no hubo ofertas importantes y no se logró realizar la operación. Aquellas tierras que en el siglo XIX don Rafael Giordano había adquirido privadamente a su primitivo dueño don Pedro Pastorini (según antiguas referencias), y donde fue construído el majestuoso edificio, parecían después de la conocida tragedia lugares malditos. Nada funcionó adecuadamente en ese sitio en ninguna época. Una situación rara, no razonable y misteriosa que nunca tuvo una explicación coherente y creíble. 


Tragedia y Misterio en el Castillo (XII)

Pasado el trágico accidente


Mucho se ha hablado y escrito sobre la historia del tradicional castillo de Villa del Parque. Es innegable que su trágico destino se convirtió a través del tiempo en una apasionante leyenda.


Luego del luctuoso accidente tan lamentado por los desolados pobladores parquenses, todo volvió a una aparente normalidad, porque a menudo ocurrían hechos llamativos e inesperados que suscitaban cierta preocupación en el vecindario. Algunos, manifestaban que al pasar cerca del publicitado edificio en horas nocturnas, se escuchaban en ocasiones desde su interior, ruidos raros, quejidos y figuras macabras transitando por los alrededores.


Esa situación y otras también insólitas e imprevisibles se agudizaban a medida que se aproximaba la fecha del triste aniversario. Ocurría en las cercanas vías del ferrocarril. En la madrugada de algunos días, cerca de la hora en la cual se produjo el horrendo suceso, curiosamente, los pasajeros de determinadas formaciones ferroviarias al llegar precisamente al fatídico lugar, sentían extraños y desagradables síntomas, los que alarmaban justificadamente a todo el pasaje: mareos, vómitos, dolores corporales, etc. que desaparecían rápidamente al alejarse el tren de aquellos sitios rumbo a Retiro, donde finalizaba normalmente su recorrido después de transitar 48 Kms, desde el punto inicial, la estación "Presidente Derqui" del ferrocarril "Buenos Aires al Pacífico".


También sucedían los hechos relatados durante las fechas de celebración (según el calendario católico de la época), de los santos que correspondían a los nombres de la pareja de novios, y demás integrantes de ambas familias: Lucía (13 de diciembre), Ángel (27 de enero), Rafael (12 de septiembre), Victoria (23 de diciembre) María (15 de agosto), Gregorio (12 de marzo), Carmen (16 de julio), Francisco (4 de octubre), Flora (24 de noviembre), Elena (18 de agosto) y Manuel (26 de marzo).


Durante el año 1924 un grupo de caracterizados vecinos formaron una comisión investigadora para aclarar las dificultades, poco comunes que se producían en la zona, y al mismo tiempo hallar alguna solución para la tranquilidad de la población parquense. A tal efecto se realizaron varias reuniones que no dieron resultados positivos. Varios asambleístas dijeron en cierto momento tener dificultades para expresarse, y además problemas auditivos, mientras se trataban determinados temas relacionados con el caso.


Como es de imaginar recibían bromas de todo tipo que tenían que ver con el temor y el pánico que supuestamente sentían. Sin embargo, se insinuaban una duda: ¿era todo producto del miedo, o esas personas eran víctimas de fuerzas misteriosas que los acosaban? Desafortunadamente, nunca fue posible obtener una respuesta certera y absoluta que condujera a la esperada y auténtica verdad.


Posteriormente, la nombrada comisión vecinal logró que se oficiaran misas en las Parroquias del barrio a modo de exorcismo, las que estuvieron a cargo de los curas párrocos Pbros. Manuel A. Pujato y Vicente A. Rigoni. Paralelamente, demostrando un total desconcierto y escaso sentido común, realizaron contactos con un "medium" que aseguraba que podía comunicarse con los espíritus. Este señor se llamaba Pedro D' Ángelo y se domiciliaba en la calle Médanos (Juan Agustín García) 1891.


Los vecinos que concurrieron alguna vez a sus "sesiones" espiritistas que se efectuaban periódicamente en horas de la noche, en un oscuro salón de su casa iluminado solamente con la luz de una vela, contaron que esta persona en medio de terribles contorsiones y agudos gritos de dolor, que aparentemente eran emitidos por Lucía y Ángel de manera incorpórea, relataban los últimos momentos de sus vidas, segundos antes del horrible accidente, y la tremenda pena que soportaban al estar alejados definitivamente de sus seres queridos. Por nuestra parte, al desconocer esas prácticas esotéricas no podemos expresar ninguna opinión al respecto. En aquella época hubo serias polémicas, dos bandos que se enfrentaron, apoyando uno y creyendo totalmente todo lo realizado y los restantes negando con firmeza en una clara demostración de incredulidad y repudio. Esa controversia se mantuvo durante muchos años.


Más allá de toda especulación e incompresibles intereses, lo realmente cierto (avalado por verídicos relatos de quienes presenciaron los hechos), es que en el edificio de la calle Campana hubo alguna vez, como cuenta la leyenda, situaciones anormales e inexplicables por cuyas lógicas razones se lo denominó: "El Castillo de los Fantasmas", sustituyéndose el antiguo apodo de “El Castillo de los Bichos”. 


Tragedia y Misterio en el Castillo (XIII)

UNA NUEVA EMPLEADA: LA SEÑORA ROSARIO VELASCO (1925)


Fue en el año 1925 según la leyenda, cuando el castillo estuvo ocupado por una adinerada familia, quizás en esos momentos arrendataria del edificio (nunca quedó claro esa situación). Como primera medida, trajeron el personal doméstico que necesitaban: dos mucamas, una cocinera con su ayudante, dos jardineros y un chofer.


Comenzaron con sus tareas diarias, demostrando entusiasmo y dedicación, a la vez recibieron de sus patrones; buen trato, amabilidad y respeto. Finalizados los trabajos de cada día debían albergarse en la parte alta de la edificación. Transcurrieron algunas semanas sin novedades importantes, todo se desarrollaba normalmente, hasta que de pronto un día antes del amanecer ocurrió algo insólito y sorpresivo. Los servidores de la casa salieron despavoridos de sus habitaciones con sus rostros desencajados por el terror. Decían haber visto figuras horribles que avanzaban y luego desaparecían traspasando las paredes de manera increíble. El espectro de un hombre que aparentemente se había suicidado ahorcándose. También se oían pasos, ruidos extraños y confusos.


Todos coincidían en sus declaraciones manifestando que al encenderse las luces el silencio era total, pero al llegar la oscuridad volvían a presentarse las escenas antedichas. Los trabajadores, ante la incredulidad de los dueños de casa, invitaban a éstas personas a subir a los lugares donde en determinados momentos se desarrollaban situaciones tan tremendas, pero ellos con pueriles disculpas y motivos poco serios, se negaron siempre a cumplimentar el pedido de sus servidores: ¿miedo, preocupación? Por todo lo expresado, el personal renunciaba a sus tareas, y a los pocos días otros ocupaban su lugar, que por las mismas razones también se alejaban del castillo.


Fue entonces cuando sus ocupantes decidieron realizar una nueva prueba para tomar la servidumbre. Se contrataría esta vez a una sola persona ajena totalmente al barrio. Es decir, que ignorase lo que supuestamente sucedía en el edificio a determinadas horas, luego sacarían las debidas conclusiones. Para tal fin se comunicaron con unos amigos radicados en la provincia de Mendoza. Estos a su pedido arreglaron condiciones de trabajo y sueldo a percibir en Buenos Aires, con una atractiva y agradable mujer de aproximadamente 35 a 40 años de edad, que inmediatamente aceptó el ofrecimiento, partiendo enseguida hacia nuestra Capital, arribando a la estación Retiro un día por la mañana. Un taxi la acercó hasta el castillo iniciando rápidamente sus tareas domésticas. Cerca de las diez de la noche se retiró a su pequeña pieza en los altos del edificio. Estaba feliz porque le agradaba el trato cordial y respetuoso de sus empleadores, y ellos a su vez conformes con su labor de esa jornada.


Cansada quizás por el extenso trayecto efectuado desde su provincia, y por el trabajo realizado durante ese día, la señora prontamente se quedó dormida. Habían pasado algunas horas, según sus posteriores relatos, cuando le pareció oír el llanto de una mujer. Pensó que todo era producto de una pesadilla y volvió a dormirse. Despertó bruscamente al sentir que una mano helada tocaba su frente y sus mejillas, al mismo tiempo que veía claramente una figura cadavérica sentada en el borde de su cama. Gritó espantada pidiendo auxilio, y sin recordar como lo hizo contó después, que salió apresuradamente de ese tétrico lugar, y aterrorizada fue en busca de los dueños de casa que trataban de calmarla minimizando lo ocurrido, pero sin acudir al sitio donde aparentemente se planteaban esas increíbles situaciones. De ese modo nunca lograrían corroborar o desmentir los hechos, que eran similares a los relatos de otras personas que habían trabajado allí por tiempo antes.


La señora Rosario Velasco ya tenía una resolución tomada: abandonar esa casa embrujada a pesar de sentirse cómoda con su ocupación y con el trato recibido de parte de sus empleadores. Ellos también por su lado deseaban retenerla por estar conformes con su desempeño, y luego con el ambiente más calmado y tras una prolongada conversación, pudieron convencerla para que continuase a su servicio, acordando finalmente que se alojara en el barrio pero fuera de esa residencia después de cumplir con su labor diaria. No obstante de quedar firme ese convenio, la señora Rosario no aceptó permanecer allí hasta el día siguiente, y se retiró del lugar en una fría madrugada del mes de julio de 1925, sin querer oír a quienes le aconsejaban quedarse por lo menos un día más. Su incontrolable decisión de caminar sola por la zona en esas horas inadecuadas en busca de un hospedaje, tuvo sin dudas un premio. Sin rumbo fijo recorrió varias calles del barrio llamando al azar a las puertas de distintos domicilios sin el éxito esperado. Llegó finalmente y de manera casual a la casa de una familia que ubicó durante su itinerario. Después de ser atendida cortésmente y escuchando con atención su pedido, los dueños de esa propiedad le ofrecieron para residir en lo sucesivo, una habitación no muy amplia pero confortable, cedida primeramente sin cargo. Luego de algunas semanas y con la conformidad de ambas partes, se le adjudicó un pequeño alquiler.


La vivienda estaba situada en la calle Concordia 2327 entre Arregui y Santo Tomé. Por varios años fue inquilina en ese lugar mientras tuvo su ocupación en el castillo de la calle Campana, al que admiraba con sinceridad a pesar de haber pasado allí momentos preocupantes y misteriosos. Hablaba de él con orgullo, y a menudo manifestaba que le habría gustado estar presente en los tiempos de la boda de Lucía y Ángel, y disfrutar del espectáculo único de observar en medio de una oscura noche, al castillo totalmente iluminado ofreciendo su hermosa y colosal figura a los ojos embelesados de los habitantes de Villa del Parque.


Tragedia y Misterio en el Castillo (XIV)

HECHOS Y SITUACIONES INSOLITAS


La señora Rosario Velasco en diversas oportunidades dio a conocer interesantes anécdotas e importantes sucedidos, a los que tuvo acceso durante su estadía como empleada de la mansión de la calle Campana, desde 1925 hasta el fin del año 1929. Mencionaba en sus recuerdos de aquella época, pasajes inéditos de su vida y de su entorno. Escuchó relatos espeluznantes y casi increíbles de parte de algún protagonista de actos ocurridos en el barrio parquense, mientras efectuaba su tarea diaria. Así pudo enterarse, de grandes e inimaginables secretos del "Castillo de los Fantasma".


Allí y mediante la palabra de un recordado vecino de la zona, don Domingo Russomando (luego directivo del "Club Villa del Parque" de la calle Nogoyá 3045). Por él se supo la fecha exacta en la cual el matrimonio de Rafael Giordano y Vittoria d'Olivi partió hacia Europa, fue el 7 de octubre de 1913. Siempre se afirmó que la única causa de tal alejamiento había sido la irreparable pérdida de su hija Lucía y su esposo Ángel Lemos en el conocido accidente, pero después hubo un motivo adicional en esa decisión que daremos a conocer en los presentes relatos.


Aparentemente don Rafael y su esposa Vittoria, que luego de la tragedia pasaron a domiciliarse en una casona de la calle Tucumán entre Carlos Pellegrini y Cerrito, sufrieron momentos preocupantes.


De acuerdo a dichos del Sr. Russomando (su padres eran amigos de la pareja) ocurrió algo inesperado, confuso e inverosímil. Transcurrían los primeros días del mes de abril de 1913 y se cumplían ya dos años de la desaparición de los novios. Sus padres que nunca antes habían vivido situaciones raras o misteriosas, de pronto, en determinada hora de la madrugada mientras descansaban en su confortable dormitorio, oyeron en medio de un total silencio, un inexplicable y leve ruido, semejante al que produce una puerta al abrirse. Despertaron bruscamente, encendieron la luz de la habitación y no hallaron la causa del inesperado sonido.


Todo estaba en orden y nada anormal se advertía en su alrededor. A pesar del natural nerviosismo del momento intentaron dormir nuevamente sin conseguirlo. Y mientras comentaban lo sucedido minutos antes, otro hecho deslumbrante y sin explicación alguna sucedió en el mismo lugar. Fue la súbita aparición de una figura femenina, transparente, espectral, junto a la de un joven que la acompañaba. La etérea imagen de ambos les resultaba familiar, muy conocida y amada. Rafael y Vittoria no dudaron un solo instante, era Lucía, su idolatrada hija y su esposo Ángel, qué venían a su encuentro. El matrimonio a su vez no podía creer lo que estaba pasando.


Don Rafael, según su posterior testimonio, mantenía una tranquilidad aparente que se transformó enseguida en nerviosa curiosidad: "¿cómo puede suceder esto? ¿estaré volviéndome loco?", pensó en voz alta y dirigiéndose a esa aparición dijo casi a gritos: "¡Lucía!, ¡Ángel!, ustedes están muertos desde hace dos años, no me explico cómo están ahora aquí. ¡esto es totalmente imposible!”. Y continuó hablándoles, mientras los jóvenes lo miraban fijamente, en apariencia, sin darle mayor importancia a su estado de ánimo.


Mientras tanto la señora Vittoria observaba la escena sin poder articular una sola palabra, apoyada sobre una de las paredes de la habitación y a punto de desmayarse.
Recordaba don Rafael, luego, que en cierto momento dijo: ¿puedo saber cómo consiguieron dejar el denominado "mundo espiritual" y presentarse aquí de esa manera?


Sin hacerse esperar Ángel respondió: “Guiados por seres superiores del ‘otro mundo’ como lo nombran ustedes, venimos a la Tierra frecuentemente”.


“Nos esforzamos por hacer notar nuestra presencia pero casi siempre todo es en vano. Los humanos aún carecen del sentido de percepción necesario para saber cuando estamos a su lado, deseando entablar una comunicación, por ahora eso parece irrealizable. Transcurrirán, tal vez, millones de siglos para que ello sea un hecho normal. Hoy por un designio divino lo hemos conseguido, es un verdadero ‘milagro’, nombre que dan ustedes a los sucesos que no comprenden totalmente, y que están rodeados de cierto misterio”.


Inmediatamente Lucía expresó: "Este {viaje} lo realizamos porque en poco tiempo, con la ayuda de venerados espíritus hemos alcanzado cierta purificación. Es una etapa que toda alma debe pasar. Todos seremos juzgados por Dios alguna vez, y de acuerdo a lo que hayamos hecho durante la existencia terrenal, sentiremos la dicha infinita o los sufrimientos de angustiosos pesares".


Lucía hizo una leve pausa y dijo: "Es el momento de retirarnos... recen siempre por nosotros… debo recordarles que para lograr la paz que anhelan, tendrán que alejarse definitivamente del lugar donde residen y volver a la patria que los vio nacer”. Después de estas palabras, las figuras de ambos jóvenes, volátiles, transparentes, desaparecieron simultáneamente sin dejar ningún rastro visible.


Pasaron algunos días, la impresión recibida por los padres de Lucía se mantenía intacta. No era para menos, sin embargo, a nadie contaron lo sucedido, lo hicieron al transcurrir cierto tiempo. Sus auténticos relatos no fueron aceptados por muchos que dudaban de su veracidad, otros, en cambio, creyeron totalmente todo lo acontecido. La libertad de creer o no, siempre está vigente en la existencia de todo ser humano. Dice el refrán "Gustos y opiniones hay miles de millones".


Cuenta la historia que Rafael Giordano y Vittoria D'Olivi decidieron finalmente retornar a su Italia natal para nunca más volver. 


Tragedia y Misterio en el Castillo (XV)

NOTICIAS Y RECUERDOS QUE LLEGAN DEL PASADO


Es probable que el relator actual de esta leyenda haya cometido con sus notas cierto tipo de infidencia, al dar a conocer muchos aspectos desconocidos y secretos de personas que ya no están, y correspondientes a épocas muy lejanas, pero al respecto podemos afirmar que siempre fue así. Es bien sabido que todo tipo de historia es contada por alguien para la posteridad, sin haber estado presente en los lugares y en el tiempo donde se desarrollaron los hechos.


Generalmente se recurre a antiguos escritos y narraciones que efectuaron antepasados. Esas fuentes de información son consideradas absolutamente serias y confiables, dignas de la mayor fe. Por ellas se logró saber que mucho se hablaba en aquellos tiempos del poder económico de don Rafael Giordano aunque muy pocos conocían realmente su actividad específica, y nadie se atrevía (a pesar de ser él una persona simpática y amable), a efectuarle preguntas al respecto, de manera que ese tipo de información no llegaba a sus vecinos.


Sin embargo, en alguna ocasión pudo filtrarse una noticia que daba cuenta de sus importantes depósitos de dinero en entidades bancarias capitalinas: "Banco de Italia y Río de la Plata" Bartolomé Mitre 434 y a pocos metros de éste el "Banco Popular Italiano" sobre la misma calle con el número 464, y también en el "Nuevo Banco Italiano" de Reconquista N° 6 y su sucursal en Almirante Brown 1335 en el barrio de la Boca, muy cerca del tradicional Riachuelo, de la Vuelta de Rocha y el puente Nicolás Avellaneda.


Poseía además, amistades importantes dentro del ambiente deportivo de entonces y también en la política. Esos contactos le facilitaron en algunas oportunidades la pronta y feliz concreción de sus planes. Por ser un auténtico filántropo y demostrar cotidianamente su simpatía y afecto hacia el prójimo, tuvo mucha gente a su favor de todas las escalas sociales, que frecuentemente se unía a él para el éxito de sus innumerables proyectos, de índole diversa.


PRIMITIVOS VECINOS DE VILLA DEL PARQUE


Transcurría el año 1904 cuando arribó a Buenos Aires el ciudadano uruguayo don Tomás Espinosa. Llegaba desde la llamada Banda Oriental donde con cierta frecuencia se producían enfrentamientos armados entre dos fracciones políticas, evidentemente irreconciliables, "Blancos" y "colorados". Hastiado de esas luchas estériles entre compatriotas, en las cuales intervino muchas veces integrando las filas del partido "Blanco". Con sus juveniles 27 años (había nacido en 1877) cruzó el Río de la Plata en busca de paz y trabajo. Logrados esos objetivos, dos años más tarde y pensando en sus futuro compró un lote de terreno en el remate inicial de la firma Guerrico y Williams. Estaba ubicado cerca de la calle Nogoyá y Avenida San Martín. Había concurrido allí en compañía de un joven llamado Manuel Rigueiro, hermano de quien luego sería su esposa de toda la vida y de nombre Consuelo.


Durante esa subasta conocieron en forma casual al señor Rafael Giordano que había concurrido al citado remate como eventual adquiriente de tierras en esa parte del futuro Villa del Parque. La charla intrascendente de aquella tarde se transformó enseguida en una real y sincera amistad. Fue la concreción de un afecto desinteresado que el matrimonio Giordano-D'Olivi supo valorar debidamente porque era recíproco.


Manuel y Tomás obtuvieron muchas veces importantes datos familiares de la pareja italiana y de sus consuegros; Lemos y López Fernández.


También fueron en 1910 espectadores privilegiados desde la parte alta del castillo, del majestuoso cometa "Halley" durante el tiempo que apareció a la vista de los azorados ciudadanos porteños. Después tuvieron la prerrogativa de ser invitados a los festejos de la boda de Lucía y Ángel, que terminó en una horrenda catástrofe donde los novios perdieron la vida, y luego un mes y medio después, el miércoles 10 de mayo de 1911 se produjo otro hecho luctuoso del que fue víctima uno de los concurrentes de la mencionada fiesta. En el día nombrado falleció a causa de un fortuito accidente laboral el ya mencionado joven Manuel Regueiro.


En un principio nadie relacionó esa desgraciada y lamentable circunstancia a designios fatídicos, a diabólicos mensajes, pero con el transcurso del tiempo y al producirse algunos hechos incomprensibles y de dudoso origen que preocuparon seriamente a todo el vecindario, comenzaron a difundirse los más variados comentarios y opiniones al respecto, que incluían la llegada de influencias extrañas y malévolas que atacaban y destruían la existencia de cualquier ser humano.


Quizás no haya sido del todo así, pero es indudable que después del conocido accidente de las vías ferroviarias, una fuerza invisible y negativa rondaba por muchos sitios de nuestro barrio. Más allá de toda superstición, creencia o incredulidad sobre comprobados sucesos insólitos, debemos admitir que algo pasaba en la zona; totalmente anormal y llamativo, preocupante y misterioso que no tenía explicación alguna y sin solución de continuidad durante muchos años en “El Castillo de los Bichos”, en la calle Campana.


Tragedia y Misterio en el Castillo (XVI)

Algunas amistades del señor Giordano


Para agregar a la apasionante historia del castillo que atañe a uno de sus principales protagonistas, relataremos ciertos hechos confirmados por quienes tuvieron oportunidad de frecuentar su amistad durante varios años, conociendo su modo de actuar, sus características principales, sus virtudes y defectos y el círculo de amistades que lo rodeaba formando un particular entorno.


A través del tiempo, quienes conocieron a don Rafael Giordano supieron de su natural e innegable nobleza y bondad. Poseedor de un espíritu amplio, sensible y fraternalmente humano. El altruismo, la cooperación, el progreso, traducían su modo de ser. Si bien es cierto que cuando debía enfrentarse a una situación límite, desagradable y conflictiva, se convertía en una especie de volcán en erupción quizás por su carácter impulsivo y desconfiado, que ensombrecía de alguna manera sus demás elogiables hábitos, Sin embargo, por su natural carisma siempre creaba nuevas amistades.


Nunca discriminaba a nadie, pues tuvo grandes amigos entre la gente de condición modesta que lo admiraba incondicionalmente y al mismo tiempo cultivaba el aprecio de personas incluidas en las más altas capas sociales, donde era posible verificar la presencia de artistas, destacadas personalidades en la política, la banca, el periodismo y el deporte.


La innumerable lista podría comenzar con el famosísimo tenor Don Enrico Caruso y el gran director de orquesta Arturo Toscanini, ambos actuaron en nuestro Teatro Colón. Alfredo Lázzari celebrado pintor con quién evocaba frecuentemente la vida de su antepasado Lucas Giordano (1632-1705), Césare Lombroso creador de la criminología. Pero no solo eran sus amigos personajes italianos. El Dr. Alfredo Palacios diputado por el Partido Socialista, Samuel Alberú, director del diario "El Nacional", José Luis Murature periodista y abogado. Isabelino Díaz y Domingo Torterolo jockeys de nuestros hipódromos. Enrique García Velloso, Vicente Martínez Cuitiño y Roberto Cayol, de la Sociedad Argentina de Autores. Futbolistas del plantel del club "Alumni", banqueros, financistas, industriales, entre otros.


Como se puede apreciar leyendo la nómina antedicha, don Rafael fue en su tiempo un hombre adinerado, pero además, muy vinculado a gente importante, muchos de los cuales dueños de cuantiosas fortunas, y algunos de gran nombradía dentro de sus respectivas actividades. Era frecuente verlo junto a sus amistades en reuniones de negocios amables tertulias placenteras en instituciones sociales, congresos de comunidades, espectáculos deportivos, etc. Indudablemente, su personalidad inquieta y vehemente lo impulsaba a estar constantemente en acción. No soportaba el sosiego absoluto, por lo tanto siempre estaba presente en lugares donde podría, si lo deseara, derivar en terceros determinada actividad. Hasta aquí una breve semblanza de don Rafael Giordano.


La señora Vittoria, su hija Lucia y Ángel Lemos


La señora Vittoria D' Olivi fue una mujer muy generosa, altruista, afectuosa y fiel. Con esas características fue siempre la animosa y leal compañera que tuvo a su lado don Rafael Giordano. Supo sobrellevar la más ardua lucha acompañando a su esposo en sus múltiples actividades. Si bien no toleró nunca las humillaciones, minimizó muchas veces las actitudes casi insostenibles de su marido. Consideró siempre que su matrimonio había sido feliz a pesar de algunos inconvenientes sin real importancia. Por eso lo siguió hasta el fin.


Lucia Giordano


Quiénes conocieron a Lucía Giordano coincidieron en afirmar que fue una chica sensacional, de modales encantadores que vivía con plena felicidad y en total armonía con su entorno. En determinado momento entabló una relación dichosa, agradable, casi perfecta con su novio Ángel Lemos. Su existencia se deslizaba con el candor infantil del que marcha ciegamente ante los valores espirituales de su ser amado, y no pensó nunca en los posibles estragos emocionales que le pudo ocasionar. Heredó de sus padres la abnegación y la sincera preocupación por el bien de los demás. Colaboró siempre con entidades de bien público y lo hizo sin ostentación evitando todo tipo de alabanzas. Desafortunadamente, sus sueños no lograron concretarse, la fatalidad truncó todos los deseos de formar un matrimonio bien consolidado, felíz y duradero.


Ángel Lemos


Su carácter se acoplaba magníficamente a los de su novia Lucía. Armonioso, sensible y refinado. Amante de la música y la pintura, pero además, le agradó la ciencia y por ese motivo en cierta oportunidad se inscribió en la facultad de Medicina de nuestra Capital para obtener finalmente el título de farmacéutico. Al mismo tiempo sus estudios de violín le proporcionaron un brillante diploma de fin de curso. También le encantaba la práctica de varios deportes el fútbol en primer lugar que practicaba como aficionado en diversos baldíos de la ciudad. El tenis lo disputaba en el "Buenos Aires Lawn Tennis Club" y en el remo pertenecía a la tripulación del "Buenos Aires Rowing Club". Por algunos años fue asociado del "Touring Club Argentino".


Igual que su novia tenía auspiciosos proyectos para concretar luego de realizado el casamiento. Acudiría a sus ahorros y a la prometida ayuda de sus familiares más cercanos para efectuar un emprendimiento provechoso para sus finanzas. Todo estaba planeado debidamente sin ningún margen de error. Por lo que él cría en el éxito de su idea sin pensar ni remotamente en el fracaso. El destino echó por tierra la totalidad de sus anhelos, de sus esperanzas, de sus ambiciones. 


Tragedia y Misterio en el Castillo (XVII)

EL PALACIO EMBRUJADO


Con relación al último tramo de la parte XV de esta historia, cabe expresar que después de la conocida tragedia ocurrida sobre las vías ferroviarias de Villa del Parque y aproximadamente al cumplirse el primer aniversario de tan triste acontecimiento, comenzaron a comprobarse situaciones al margen de la normalidad: puertas y ventanas que se abrían y cerraban misteriosamente, caídas al suelo de floreros, frascos y elementos de la vajilla diaria, golpes en el piso en habitaciones totalmente vacías, imágenes de personas que traspasaban las paredes, ruidos extraños de origen desconocido, etc. Se efectuaron en distintas épocas varias investigaciones mediante la parapsicología, ciencia que estudia los fenómenos paranormales, aquellos considerados como manifestaciones sobrenaturales.


Una extrema curiosidad alteraba a todo el vecindario. También se acudió a otra corriente científica, el espiritismo, debido a que se pensó en determinado momento la utilidad de esa doctrina para comprender e ilustrar sobre los hechos raros y confusos que sucedían dentro del “Castillo de los Fantasmas” y sus alrededores.


En páginas anteriores se informa que alguien fue consultado para tal fin. Se ocupó del problema y dio luego una explicación creíble o no, pero de todos modos atendible y respetada: el “médium” señor D’Ángelo. En esas declaraciones decía puntualmente: “Todo humano posee un ser material donde se aloja su alma hasta el fin de su vida, luego abandona ese cuerpo y se transforma en una especie de envoltura etérea, invisible, que en ciertas ocasiones puede llegar a ser visible para nosotros, y además, advertir su presencia a través de la vista, el tacto y el oído. Los espíritus son distintos en cuanto a la moralidad, el poder y la inteligencia. Los hay de una clase superior por su perfección, amor al bien, pureza de sentimientos, y un claro acercamiento a Dios.


Otras, en cambio, aparecen en un plano inferior donde priorizan el orgullo, la envidia, la soberbia, complaciéndose en causar situaciones maléficas y malvadas a quienes aún pertenecen al mundo terrenal. Se los denomina duendes o espíritus impuros, capaces de entorpecer y causar desazón en el ánimo de cualquier encarnado. En esa equivocación que cometen se incluye también la producción de miedos y sobresaltos con el solo propósito de crear contratiempos, terror, discordia e infortunio, atrapados por mezquinas pasiones”.


Las afirmaciones del señor D’Ángelo continuaron así: “Es muy probable que los fenómenos paranormales observados en el palacio de la calle Campana hayan sido producto de la intervención de espíritus imperfectos, errantes, que aún no habían alcanzado la elevación y la pureza de las clases superiores”.


Quizás los mismos que impidieron de alguna manera el relato de la leyenda, que algunos periodistas intentaron iniciar durante las primeras décadas del pasado siglo XX, y que hoy (a pesar de la aparición de varias dificultades) se ha logrado finalmente su total narración.


UN EXTRAÑO Y CURIOSO EPISODIO


Año 1928 y el último mes lectivo de la escuela primaria “Caras y Caretas” situada en la calle Bahía Blanca 2246 cerca de una importante arteria; Jonte. Aproximadamente treinta alumnos asistían al curso de Tercer Grado. Eran chicos pertenecientes a los barrios de Monte Castro y Villa del Parque, debido a su proximidad con ese instituto de enseñanza. Todos integrantes de laboriosas familias de la zona y de modesta condición social, cuya máxima preocupación era la correcta educación de sus hijos.


Por su esmerada dedicación al estudio y el buen comportamiento durante todo ese año la maestra los premiaba con un viaje al interesante “Museo Histórico Nacional” y al “Parque Lezama”. Después de una hermosa clase sobre historia argentina la docente, Silvia Gold, hizo el anuncio. Los pequeños estudiantes recibieron con mucha alegría la feliz noticia. Llegó por fin el día indicado y en horas de la mañana de una excepcional jornada de primavera, estacionó frente a la escuela un amplio vehículo denominado en esa época “bañadera”, donde se instalaron cómodamente la totalidad de los niños que realizarían el paseo. El bullicio infantil, la sana alegría y la auténtica felicidad cubrían todo el ámbito del colegio y sus adyacencias. Nada hacía presumir alguna anormalidad o inconveniente, pues todo se desarrollaba de acuerdo a lo previsto.


Ya próximos a partir la algarabía reinaba dentro de aquel inquieto conjunto escolar. De pronto, algunos familiares de los chicos presentes iniciaron una conversación mencionando al trágico accidento ocurrido en 1911, donde perdieron la vida Lucía y Ángel. Luego de esa referencia, casi instantáneamente en las dependencias interiores de la escuela, el portero y su esposa alejados y ajenos a lo que sucedía frente al edificio, sufrieron una repentina descompensación con fuertes dolores de cabeza y vómitos. Varias personas que se acercaron solidariamente en su ayuda a los pocos instantes padecían de los mismos síntomas. Todo tuvo una duración aproximada de una hora. La oportunidad nula de acudir a los servicios médicos que no existían en la zona en aquellos tiempos quizás agravó la situación.


En definitiva, los chicos perdieron el paseo y la amargura se vio registrada en todos los rostros que no disimulaban su disgusto, frustración y justificada pena. ¿Qué es lo que había pasado?, ¿fue obra de la casualidad?, ¿hay alguna respuesta capaz de disipar dudas?. Lo cierto y real es que fue un extraño y curioso episodio. 


Tragedia y Misterio en el Castillo (XVIII)

Algunas Reflexiones


Con referencia a los hechos comentados en las páginas anteriores relacionados con aspectos de muy vieja data del monumental edificio, podemos informar al respecto que la totalidad de los datos e informaciones aportadas, son producto de relatos efectuados por quienes tuvieron el privilegio de estar presentes en aquellas pretéritas etapas de nuestro barrio.


Esa importante información llega hoy a través de viejos manuscritos y también de antiguos vecinos que brindaron su palabra autorizada a sus descendientes, para que el olvido no pudiese borrar las huellas del ayer y para que los auténticos protagonistas de la historia parquense, permanezcan por siempre en los recuerdos de todos sus pobladores. No somos soberbios ni vanidosos en creernos dueños de la verdad absoluta, nadie jamás puede jactarse tratándose de narraciones y fidedignas noticias. Realmente una absurda e irrisoria utopía. El más experimentado y completo historiador de cualquier época, si no ha vivido el momento del cual se ocupa, es muy posible que cometa indeseables errores en citas, fechas, y algún otro acontecimiento específico, que bien sabemos, son generalmente "herencias" de antepasados quienes contaron o escribieron sobre determinados temas y aunque, sin ninguna duda, lo hayan encarado con justeza y total honestidad.


Tal el caso de quien suscribe esta serie de notas en “Su Revista” y “Villa del Parque.com”. Sus primeros informantes han sido en primer término sus progenitores, su padrino don Daniel García y los antiguos vecinos de Villa del Parque; Aquilino Colombo, José Caggiano, Manuel Blanco y Gregorio Canibe. En cierta ocasión el destino determinó que se sumara a las aludidas personas la señora Rosario Velasco, que sin proponérselo e impensadamente llegó para alojarse precisamente en el domicilio de quienes tuvieron alguna vez, relación directa con la atrapante historia del palacio parquense. Un cúmulo de casualidades que ayudaron evidentemente a armar el rompecabezas de una leyenda que será para siempre un auténtico referente de nuestro barrio. La señora Rosario aportó sus propias experiencias, sus valiosos testimonios, colaborando eficazmente con sus narraciones aclaratorias de episodios que pudieron presentarse confusos o no ajustarse a la realidad plena. Esta señora merece ser recordada con mucho afecto y emoción. Las presentes reflexiones tienen un motivo puntual y directo, dirigidas específicamente a quiénes en algún momento (vaya uno a saber con que intenciones), catalogaron de espúrio nuestro trabajo de investigación. Lo hicieron siempre con total eufemismo disfrazando sus críticas con forzado decoro y suavidad extrema. No se le puede objetar a nadie el derecho a disentir, eso es bien cierto, pero tal actitud no debe estar manchada con especulaciones de enfermizo origen, como lo son la envidia, el odio y la soberbia. Con semejantes atributos negativos nunca se llega a buen puerto. Humildemente sugerimos aunar esfuerzos en la búsqueda de nuevas evidencias, intercambiar opiniones, corregir errores si los hubiere, escuchar a los que más saben, etc. etc.


Así, de esa forma, los historiadores mancomunados en una misma tarea, sin recelos ni apetencias personales de protagonismo, llegarían al logro del anhelo común, saber cada día más y mejor sobre los intrincados misterios que preocuparon por largos años a toda la población parquense y que aún no han sido aclarados debidamente, como tampoco lo fue la verdadera fecha en la cual se instalaron en el barrio los primeros vecinos. Más allá de las innumerables versiones sobre la compra del predio y el año de la construcción de la esbelta estructura de la calle Campana, que han sido siempre materia de discusión y desacuerdos, consenso y disentimientos.


Una búsqueda con escaso éxito


Pacientemente, en distintas oportunidades, en nuestra cotidiana tarea investigativa tratamos vanamente de conseguir información periodística acerca de lo ocurrido en aquel fatídico domingo 2 de abril de 1911. Para tal fin fueron consultados lo importantes y completos archivos que poseen los más prestigiosos diarios capitalinos de aquellos tiempos, y además en las grandes bibliotecas populares de Buenos Aires, agregándose otras también muy valiosas de patrimonio particular y privado.


A pesar de la intensa y prolongada búsqueda no fue posible encontrar notas de lo sucedido en la nombrada fecha.


Por consiguiente, hay que ajustarse a los dichos que provienen de venerados ancestros. Ellos dijeron en muchas ocasiones que el padre de la joven accidentada, prohibió terminantemente la publicación total o parcial de la catástrofe. Amistades de renombre y poderosos personajes de la época contribuyeron grandemente en su petición. De tal modo, todo intento por obtener noticias reales fue canalizado por narraciones y trascendidos de quienes con probada honorabilidad, decoro y deseos de colaboración, dejaron para la posteridad la confesión de los más ocultos secretos e informes que la historia pudo haber tenido en cuenta o no. En nuestro caso aceptamos a esa fuente de datos, pues la consideramos totalmente honrada y por lo tanto confiable. El libre albedrío que disfruta cada historiador hará que se oponga o dé su consentimiento a toda la información recibida. 


Tragedia y Misterio en el Castillo (XIX)

La familia Lemos-Lopez Fernández


En el año 1823 el ministro don Bernardino Rivadavia propuso al gobernador de Buenos Aires invitar a ciudadanos europeos con ansias de trabajo y bienestar, a radicarse en los grandes desiertos de la zona pampeana y formar nuevos pueblos. El general Marín Rodríguez aceptó la idea de su ministro autorizándolo para concretar el proyecto, Rivadavia designó a varios contratistas que a su vez en el Viejo Continente se contactaron con labradores y artesanos, informándoles que existía en Sudamérica un país próspero y pacífico que necesitaba gente fuerte para manejar el arado, y perforar el suelo donde había riquezas inmensas para quienes se atreviesen a extraerlas. Europa en aquellos tiempos padecía de interminables guerras y soportaba la tiranía de los reyes.


En algunos de esos contingentes de inmigrantes llegaron a la Argentina los ancestros de María López Fernández y Manuel Lemos que se animaron a cruzar el océano para instalar un nuevo y feliz hogar en el territorio de las Provincias Unidas del Sur. Pasaron muchos años, y varias generaciones desde que aquellos primitivos pobladores de la Madre Patria se afincaron en nuestro país. Hombres y mujeres de distinto origen, español y criollo formaron nuevas y hermosas familias creando al mismo tiempo una raza fuerte, sana, vigorosa.


Durante el transcurso del siglo XIX descendientes de los siempre recordados pioneros, lograron hacer realidad el sueño de sus antepasados de fundar núcleos familiares con bases sólidas donde reine permanentemente el amor, la comprensión y la solidaridad Luego de un romántico noviazgo, Manuel Lemos y María López Fernández contrajeron matrimonio en Buenos Aires en 1885. La ceremonia religiosa fue celebrada en la Iglesia de La Merced (Cangallo hoy Pte. Perón y Reconquista) y asentado en la sección 13 del Registro Civil situado en la calle Defensa 327. De la unión de esa feliz pareja nacieron siete hijos: Ángel (1886), Gregorio (1895), Flora (1896), María (1899), Elena (1900), Carmen (1903) y Francisco (1907).


Don Manuel y su esposa María habían nacido en el mismo año 1864. Ambos cónyuges disfrutaban de una interesante vida social concurriendo asiduamente a diversas entidades porteñas: Buenos Aires Rowing Club en Florida 230, en la misma calle en el número 559 donde estaba instalado el “Jockey Club”. También asociados al “Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires” situado en Cangallo 1154. En muchas ocasiones los acompañaban Tomás Lemos (hermano de Manuel) y su esposa Antonia Díaz. Luego de iniciada la relación con el matrimonio Giordano-D’Olivi, éstos se agregaron al grupo formando un verdadero núcleo elogiable y digno de ser imitado.


Tomas Lemos y Antonia Díaz


Don Tomás Lemos un auténtico ciudadano porteño, había nacido en padres españoles en 1863 en una antigua casa ubicada en piedad (Bmé. Mitre) y Ombú (Pasteur), donde también llegó a este mundo su hermano Manuel en 1864, como ya informáramos anteriormente, Antonia Días nacida en la provincia de Lugo (España), emigró junto a sus progenitores a la Argentina cuando tenía quince años. Su nacimiento data de 1867, y domiciliándose con su familia en la calle Cuyo (Sarmiento) al 700.


Años más tarde conoció a Tomás Lemos casándose en 1894 y no tuvieron descendientes. Por su parte la esposa de Manuel; María López Fernández, pertenecía a un hogar muy católico, uno de sus hermanos (Eladio) anhelaba ser sacerdote. El domicilio de este conjunto familiar estaba situado en la calle Europa (Carlos Calvo) al 900. Esta casa, como las ya nombradas, quedaron para siempre grabadas en la emocionada nostalgia de algún romántico.


Antiguos Patios Porteños


Entre quienes los habitaron durante años están los protagonistas de la presente leyenda. Evidentemente, en el viejo Buenos Aires de entonces existía una característica arquitectónica que definía con elocuencia nuestra insoslayable identidad cultural. Patios amplios con aljibe, cubiertos de glicinas o parrales y rodeados de pintorescas macetas llenas de helechos, claveles, jazmines y malvones. El piso de baldosas rojas, era común en las casas de antaño, coloniales o republicanas.


Ese era un lugar preferencial, reposable, hermoso, donde en la ronda cotidiana del mate familiar se disfrutaba de amables tertulias hogareñas con charlas y comentarios de lo sucedido en cada jornada. En ocasiones, al son de una guitarra alguien se atrevía con el canto de un tema popular o varias parejas demostraban sus habilidades bailando un tango, mientras alguna madreselva, o tal vez una camelia embellecían el lugar. También completaban una singular escenografía coloridas jaulas con vistosos pájaros que alegraban cada momento con sus melodiosos trinos.


Frente a esos recordados patios se advertían cómodas habitaciones de particular diseño. Altas puertas, grandes ventanas con pisos de madera machambrada y bien lustrados. La dueña de casa mostraba orgullosamente a los visitantes los diversos sitios de la vivienda, al mismo tiempo que los atendía con suma cortesía y dedicación. Fue una época muy grata y feliz donde la vida parecía más dichosa, y las inevitables dificultades diarias pasaban casi desapercibidas. Esos bellos tiempos pasaron para nunca más volver. Solo quedaron emotivos recuerdos en la historia escrita de un Buenos Aires que perdió para siempre aquel irrepetible encanto que comenzó en su lejana etapa de aldea.


Tragedia y Misterio en el Castillo (XX)

Gabriela, Giulietta y Antonina, tías de Lucia


Jose D’Olivi nacido en la ciudad de Salerno, padre de Vittoria (1868), Gabriela (1869), Giulietta (1872) y Antonina (1874), era un pequeño comerciante del rubro textil que recorría diversas ciudades de Italia para efectuar la venta de sus productos que él mismo manufacturaba. Esa tarea le rendía lo suficiente para mantener su hogar. Vittoria, su hija mayor, cerca de los 18 años de edad conoció a un joven convecino suyo; Rafael Giordano único hijo de la importante hacendado del lugar, iniciando un felíz romance que dio su dichosa concreción en matrimonio en 1888. De esa amorosa unión nació Lucía, sus padres decidieron partir hacia la Argentina. Las hermanas de Vittoria quedaron en Europa, ninguna de las tres, aparentemente, logró iniciar una relación sentimental para formalizar un noviazgo que finalizara en la realización de un sueño de toda mujer: la creación de un hogar donde siempre estuvieran presentes la felicidad y el mutuo amor.


No ocurrió así, quizás por el mandato del destino y las tres mujeres no dejaron nunca su celibato, ni se atrevieron a viajar a otras latitudes en busca de un eventual porvenir y buenaventuranza. Pasaron los años, la comunicación con sus familiares de Buenos Aires era constante: cartas, telegramas, llamados telefónicos, fotos, etc. Cuando su sobrina comenzó en 1909 el idilio amoroso con el joven Ángel Lemos y ya se vislumbraba un próximo enlace, las tías de Lucía Giordano tomaron la decisión de viajar a la Argentina para radicarse definitivamente en nuestro país. Llegaron a Puerto Nuevo en el mes de enero de 1910, año del Centenario y del famoso cometa “Halley” que era la preocupación mundial. Ya don Rafael Giordano les había adquirido una hermosa casa a su nombre en la calle Belgrano casi esq. Lima. En un principio la adaptación a nuevas costumbres y al idioma castellano, fue bastante difícil. No era sencillo acostumbrarse a otras modalidades utilizadas por la gene que trataban a diario, pero con el transcurrir del tiempo, tal vez con cierta lentitud, se integraron totalmente a la vida de la gran urbe porteña. Eliminado el problema idiomático (la primera gran dificultad), lo demás tuvo rápida solución para alegría de todos. La integración fue promisoria, las tres hermanas comenzaron a concurrir en compañía de su familia a paseos, fiestas, reuniones en clubes sociales, viajes de turismo.


En el campo de aviación de “Villa Lugano”


Transcurrían las épocas iniciales de nuestra aviación, emprendedores y visionarios argentinos querían emular la tarea heroica de ciudadanos de otros países: Wright, Zeppelin, Santos Dumont y muchos más, que se propusieron firmemente “volar como los pájaros”. A veces fueron objeto de burlas por todos aquellos que consideraban imposible “conquistar el aire”. Los muchachos criollos de entonces deseando afirmar esa inquietud de manejar esos instrumentos de vuelo, empezaron por informarse y aprender todos sus secretos. En ese campo de aviación de “Villa Lugano” hacían sus prácticas el inolvidable Jorge Newbery, Florencio Parravicini gran actor de cine y teatro y un apasionado por los deportes mecánicos. El teniente Manuel Félix Origone y otros. Don Rafael Giordano, su esposa, su hija, sus cuñadas y la familia de don Manuel Lemos concurrían con bastante frecuencia a los ensayos de vuelo que se hacían en el citado aeródromo, disfrutando de un muy agradable espectáculo. Corría el año 1910.


Las hermanas de Vittoria, y la boda de Lucia


Se acercaba el día de la unión en matrimonio de Lucía Giordano y Ángel Lemos, Antonina, Giulietta y Gabriela D’Olivi tías de la novia, se dieron a la tarea de organizar debidamente y supervisar todos los detalles importantes o no, relacionados con la fiesta que se avecinaba. Si bien los padres de ambos jóvenes tenían ya todo perfectamente planificado, el desempeño de las hermanas de Vittoria en esas circunstancias podría ser valioso y lo fue. Gran parte del éxito obtenido en el memorable festejo indiscutiblemente fue obra de las tres hermanas D’Olivi. Desafortunadamente, un epílogo trágico fue el triste corolario del esfuerzo, el amor ya indestructible unión de dos familias que lloraron juntas el lamentable episodio ocurrido en aquel nefasto día, 2 de abril de 1911, que tanto dolor y luto trajo a esas familias cristianas.


Pasó cierto tiempo, y las hermanas de Vittoria tras su profunda pena, decidieron abandonar el país para siempre, regresando a su pueblo natal a Salerno en suelo italiano. El apenado viaje se concretó el viernes 17 de noviembre de ese año. La historia guarda un especial recuerdo por estas abnegadas mujeres, para que las páginas de la posteridad sigan su camino infinito del más allá, que se esconde ignorado en el silencio de las almas buenas.


Por el mismo motivo los acongojados padres de Lucía, que no pudieron soportar la gran angustia de su desaparición junto a la de su joven esposo, también acordaron partir hacia el lejano continente europeo, al nunca olvidado lugar donde habían nacido, en busca de una ansiada paz y un reconfortante consuelo para sus agobiados espíritus. Jamás superarían el duro trance vivido, y ellos lo sabían. En esas circunstancias difíciles solo albergaban un prioritario anhelo, un poco de alivio para sus grandes pesares. 


EL ANTIGUO CASTILLO DE VILLA DEL PARQUE PARTE XXI 
Tragedia y Misterio en su Historia REMINISCENCIAS DE UN TIEMPO LEJANO
A esta altura de los acontecimientos y con respetuosa curiosidad preguntamos en condición de neófitos en la materia a los profesionales de la ciencia psíquica, ¿alguien podrá ser capaz de descifrar las casi insondables e intrincadas decisiones que toma la mente humana? ¿qué pensó en aquellos momentos don Rafael cuando quiso destruir para siempre las pruebas de su estadía y la de su familia en Buenos Aires. ¿Acaso su extremo dolor, su pena inconsolable produjo en él cierta enajenación mental? ¿pudo esa situación ser originaria de semejante intriga? Todo es posible, y antes de cumplirse un siglo de aquel suceso los interrogantes aumentan en forma considerable su círculo íntimo y en el entorno de sus amistades empezó a gestarse una disimulada preocupación. Nadie decía nada al respecto pero todos comenzaron a descubrir ciertos cambios en su personalidad. Llamaban la atención sus repentinos estados depresivos que aparentemente luego superaba, mostrándose jovial y optimista como siempre. A pesar de tales desequilibrios nada hacía presumir el retorno a su situación tan conflictiva de meses atrás. Su comportamiento no daba lugar a ningún tipo de alarma inmediata aunque todos prestaban la debida atención a sus discernimientos sobre distintos temas. Su memoria funcionaba perfectamente recordando su llegada al país a fines del año 1889, enterándose que una conocida familia italiana proveniente de Génova los había precedido llegando al Río de la Plata a mediados del siglo XIX, de apellido Podestá. Sus descendientes formaron un numeroso e importante clan de artistas de circo. Don Rafael hacía sus evocaciones normalmente y con mucho entusiasmo. Contaba de su acelerado aprendizaje de nuestro idioma y costumbres, motivo por el cual disfrutaba de su pasión; el teatro, y una obra criolla que nunca olvidó "Juan Moreira" y otra que también admiró: "La Gringa" de Florencio Sánchez. Este recorrido sobre la personalidad del señor Giordano es importante debido al vuelco que tuvo la misma de manera impensada. Casi a la finalización del año 1911, llamativamente comenzó a realizar algunos viajes a la ciudad de Santa Fe donde no tenía amigos ni parientes. Eso causó natural extrañeza entre su familia y sus amistades, su esposa Vittoria no encontraba los motivos de esas salidas periódicas, y fue ella la que en cierta ocasión halló entre sus papeles un borrador con varios modelos para testamentar y también unas copias donde aparecían temas relacionados con la falsificación de documentos, creación de certificados falsos, etc. Todos delitos castigados por las leyes vigentes. Decía el genio poético alemán Wolfanng Goethe: "La ley es poderosa, pero más poderosa es la necesidad". Tratando de interpretar correctamente este pensamiento diremos al respecto: ¿Qué necesidad tan fuerte e irrenunciable tenía don Rafael para urdir las patrañas que planeaba? Debido al rígido machismo que imperaba en aquellas épocas, su esposa no acostumbraba a efectuarle preguntas que él podría considerarlas como un interrogatorio, por esa causa su marido manejaba sus asuntos sin ningún tipo de control ni ataduras, como así también toda clase de gestiones personales que muy pocas veces comunicaba. Esa prerrogativa la usufructuó plenamente efectuando tratativas ocultas con ignorado final. Dos años no pasan en vano, el tiempo va destruyendo poco a poco infinidad de evidencias que la historia nunca podrá rescatar para registrarlas en sus páginas, mucho material de importante valor se ha perdido para siempre, lamentablemente sin posibilidad de hallazgo. Y mientras el señor Giordano realizaba sus secretas reuniones en varios lugares de la urbe porteña, (uno de los cuales era el lujoso "Plaza Hotel" de Charcas y Florida) un acontecimiento macabro e inesperado cuando transcurrían los primeros días del mes de diciembre de 1912, involucró de alguna manera y durante cierto tiempo a este polémico personaje de nuestros relatos: el propietario del palacio parquense. En esos años era tristemente célebre un joven y despiadado criminal llamado Cayetano Santos Godino. Páginas enteras de los medios informativos de la época daban cuenta de sus horrendas actividades. Jamás la historia del crimen de nuestro país registró la trayectoria de otro delincuente de tan aberrantes instintos. Escandalizó a la Argentina de principios del siglo XX. Había nacido casi a fines del año 1896 y se inició en el delito cuando tenía solamente ocho años de edad. Se ensañaba torturando y asesinando niños, además, sentía placer en originar incendios y matar animales. Finalmente fue juzgado y pudo salvarse de la pena capital por su condición de menor, pero lo enviaron a Ushuaia (Tierra del Fuego) a una cárcel donde debía cumplir prisión perpetua. Permaneció allí tres décadas y fue asesinado por otros presidiarios cuando tenía 48 años, el 15 de noviembre de 1944. Como decíamos al comienzo en esos días de diciembre de 1912, un hecho fortuito complicó la existencia del señor Giordano. "El Petiso Orejudo" había asesinado a un niño de aproximadamente tres años de edad llamado Gesualdo Giordano, que como puede apreciarse tenía su mismo apellido. La mente afiebrada de alguien, y sospechamos con que intenciones, "fabricó" la noticia que era hijo extramatrimonial del acaudalado don Rafael. Un secreto que él "ocultó celosamente" hasta esos momentos. Nada era verdad, todo era realmente ficticio, producto, quizás, de personas que no simpatizaban con el dueño del castillo, y trataban de perjudicarlo con deplorables mentiras, que le causarían serios inconvenientes ante sus familiares. Posteriormente se comprobó que ese infortunado niño era hijo de un matrimonio italiano compuesto por Antonio Pascual Giordano y Rosa Sabino residentes en un conventillo del barrio "Parque de los Patricios" de Buenos Aires. Quedó de ese modo destruido el artero y cobarde intento de cometer un irreparable daño moral a un inocente. 


EL ANTIGUO CASTILLO DE VILLA DEL PARQUE PARTE XXII Tragedia y Misterio en su Historia EL LUJOSO "PLAZA HOTEL" 


Como ya se dijo en capítulos anteriores, don Rafael Giordano acaudalado personaje oriundo de tierras italianas con radicación en nuestro país, tenía aquí y en el exterior amistades de elevada condición social. En algunas oportunidades efectuaba reuniones con sus amigos en los espectaculares salones del renombrado "Plaza Hotel" ubicado en la calle Florida 1005 esquina Charcas. Fue sin dudas, el primero de los grandes hoteles argentinos. La ciudad de Buenos Aires no contaba en ese entonces con ningún edificio similar, idea del financista Ernesto Tornquist que para lograr sus objetivo le encargó la tarea de su construcción al celebrado arquitecto alemán Alfred Zucker que había sido el autor de varios edificios en diversos países, entre los que se destacaron en su momento por su majestuosidad y belleza, la catedral de "San Patricio" en la ciudad de Nueva York y el de la "Opera House". Esas obras alcanzaron una justificada fama mundial. Finalmente el "Plaza Hotel" se inauguró el 15 de julio de 1909 en un pomposo y publicitado acto. Ocupaba una manzana frente a la "Plaza San Martín" y toda su estructura de hierro construída por la empresa de Ernesto Tronquista. En sus principios poseía 16 "suites" y 160 confortables habitaciones. Fue el primer hotel de la Argentina que tuvo ascensores y también el primero en contar con un curioso sistema para conseguir una temperatura ambiente ideal. Se instaló un primitivo y extraño"Aire acondicionado" que consistía en colocar barras de hielo alrededor del gran comedor y luego se ponía en funcionamiento cierta cantidad de ventiladores para lograr el clima perfecto durante los calurosos días de verano. En su interior todo estaba previsto también para soportar las frías jornadas invernales, calefacción central graduable, agua fría y caliente, luz eléctrica y teléfono en todas las habitaciones. En cualquier ámbito del hotel se podía apreciar incomparables comodidades y suntuosas decoraciones que por su calidad y estilo nada tenían que envidiar a los magníficos salones del continente europeo. El Plaza era un lugar específico donde se reunía lo mejor de la aristocracia porteña. Las damas lucían los más costosos y elegantes trajes adquiridos en las fastuosas y renombradas casas de modas de París y Londres, mientras que los caballeros se presentaban vestidos de riguroso frac o smoking, descartando momentáneamente el tradicional traje de calle. Por su esmerada atención y las exquisitas comidas de su cocina especializada, era el puntual motivo por el cual llegaban hasta allí los más celebrados artistas, escritores de real fama, reyes y presidentes de diversos países. Lo elegían como residencia durante su estadía en nuestro país. Entre las ilustres personalidades que lo visitaron se encuentran; el presidente de los Estados Unidos de América, el poeta Rabin Dranath Tagore, el cantante de ópera Tito Schipa, el general francés Charles de Gaulle. Con respecto a este militar existe una curiosa anécdota. Cuando se hospedó en el citado hotel, fue necesario construir una cama de dimensiones especiales debido a su gran talla. El gran "Plaza Hotel" al estar relacionado con la vida de uno de los protagonistas de la leyenda del castillo de Villa del Parque quedó incorporado definitivamente a su historia. ¿SECTAS INFERNALES EN EL LEGENDARIO CASTILLO? Después del accidente ocurrido en la fatídica madrugada del 2 de abril de 1911, el señor Rafael Giordano en medio de su consternación y pena, aseguraba constantemente con una llamativa seguridad, que la tragedia se había producido por la acción malévola de algunos de sus más encarnizados enemigos, poderosos e inclaudicables, según sus palabras, y agregaba sin dudarlo, que todo fue tramado con la intervención de la magia negra y también de otras ramas de las denominadas ciencias ocultas. Si bien es verdad que no todo lo relacionado con el ocultismo es negativo y pernicioso, pues existen pruebas reales que infinidad de ocasiones han influido en el progreso y el bienestar de la humanidad, también se debe admitir que en algunos casos puntuales hubo en todas las épocas prácticas indignas alejadas del bien. El propietario del castillo parquense, comunicó en cierta oportunidad a sus familiares más cercanos, haber recibido antes de la boda de su hija, varios anónimos amenazantes donde le informaban que mediante métodos demoníacos, él padecería daños irreparables en su vida y en su entorno familiar. Frecuentemente manifestaba su incredulidad con respecto a fuerzas satánicas con poderes destructivos. Siempre se había burlado irónicamente de la actividad de los brujos y hechiceros, pero después de la trágica desaparición de su hija y su esposo, cuando vio destruída su felicidad, pensó seriamente en los mensajes recibidos y pronto comenzó a darles una gran importancia, porque desafortunadamente se cumplieron en gran medida los daños y maldades que sobradamente se cumplieron en gran medida los daños y maldades que cobardemente le anunciaron repetidas veces, e influyeron luego en sus decisiones. De tal manera, pensaba que el palacio parquense soportaba una maldición que nadie lograría desbaratar, que jamás podría ser felíz en ese lugar hechizado y por ser esa edificación la causa de su desventura, resolvió desligarse para siempre y en todo sentido de su contacto, decidiendo también alejarse del país y retornar a su ciudad natal europea de donde había partido alguna vez, con muchas ilusiones y esperanzas que un cruel destino impidió que pudieran concretarse. 


EL ANTIGUO CASTILLO DE VILLA DEL PARQUE
PARTE XXIV
Tragedia y Misterio en su Historia
Todos aquellos que en distintas épocas intentaron escribir la Verdadera Historia del legendario palacio de Villa del Parque, tropezaron con inconvenientes de diversa índole, desde impedimentos extraños de carácter físico, hasta la confusión y pérdidas de importantes datos relacionados con el tema que fueron irrecuperables.
Una específica y auténtica literatura universal se ocupa de explicar detalladamente esos fenómenos de insólita aparición que en todo momento fueron objeto de serias investigaciones, más allá de creencias religiosas y eventuales opiniones interesadas en ocultar la verdad contradiciendo los dictados de la ciencia.
Fue totalmente anormal la imprevista llegada de dificultades insalvables, cada vez que alguien deseaba registrar en notas la singular leyenda del barrio parquense. El que suscribe el presente relato también en varias oportunidades, tuvo preocupantes inconvenientes de difícil explicación en otras etapas de sus escritos. Por la forma que ocurrían los hechos, se experimentaba la sensación de estar en presencia de fuerzas de inusitado poder invisibles y poderosas, por cuya razón, y a pesar de poseer la información necesaria para encarar el trabajo, con datos transmitidos por sus ancestros, fue postergado su comienzo por un comprensible temor a lo desconocido, y además por nuestra condición humana nos acercamos ineludiblemente y con cierta frecuencia a una especie de reactivación de lo mítico y supersticiosos junto a nuevas formas de religiosidad popular. Sin embargo, no obstante los desagradables obstáculos descriptos, se dio comienzo a la tarea propuesta tratando siempre de ofrecer adecuadas definiciones a una serie de preguntas formuladas por todo el vecindario de Villa del Parque. Las incógnitas principales eran las siguientes: ¿Por qué nunca se logró comprobar la real actividad que desarrollaba el señor Giordano?, ¿el monumental palacio fue hecho construír por él?, y por lo tanto ¿le pertenecía totalmente? Otras dudas no aclaradas: ¿pudo trasferirlo secretamente a terceros antes de alejarse del país?, ¿existieron alguna vez documentos en tal sentido?, si no actuó correctamente ¿tuvo cómplices?..
Hubo en aquellos lejanos tiempos respuestas ambiguas a estos interrogantes. Versiones contradictorias generaron múltiples discusiones y acalorados entredichos, entre quienes aseguraban ser poseedores de la verdad absoluta. Pasaron los años, y con el transcurrir del tiempo se produjo el irremediable extravío de valiosos testimonios, que dieron lugar a la creación de datos confusos, irreales, que impidieron completar debidamente esa parte tan compleja de la atrapante historia de nuestro populoso barrio.
Quizás no haya consenso total a lo expresado hasta el momento en estas narraciones, el lector sacará sus propias conclusiones y tendrá su muy respetado punto de vista. El disentimiento y la oposición son aceptables si se realizan de buena fe, con legalidad total y con un loable sentido de honestidad y decoro. En alguna ocasión el discenso se produjo por intermedio de una criticable soberbia y con el agregado de mala intención y persistente duda. A este respecto habría que remitirse al pensamiento del famosísimo escritor alemán Franz Werfel que elaboró este epígrafe para su celebrada novela “El canto de Bernardita”; “Para el que cree, ninguna prueba es necesaria. Para el que no cree, toda prueba es inútil”.
Además debemos notificar que todas las citas históricas, fechas, nombres, lugares, acontecimientos, etc. Las hemos obtenido mediante antiguos escritos y menciones que los primitivos habitantes del viejo castillo, y parientes de don Rafael Giordano y don Manuel Lemos legaron a sus descendientes y amigos. Por otra parte, es oportuno informar, que en la actualidad poseemos elementos diversos de gran valor histórico que alguna vez pertenecieron a las familias Giordano y Lemos. Esas verdaderas reliquias fueron logradas por sesión de nuestros antepasados, que como se ha dado a conocer en notas anteriores, tenían contactos de amistad con los protagonistas de la presente narración. Estas han sido una de las causas fundamentales que impulsaron al autor de los relatos publicados, a encarar la tarea criteriosamente y con real entusiasmo, basándose siempre en la exactitud y mesura con las cuales debe realizarse todo trabajo literario, recopilando debidamente la información recibida del pasado sin alterar en ningún momento su contenido con agregados espúreos y falsos, que desvirtuarían la encomiable y trascendente misión de un sincero y correcto historiador.
A propósito de estos últimos conceptos, luego del conocido accidente del 2 de abril de 1911 donde perdieron la vida la pareja de recién casados: Lucía y Angel, seudos historiadores de nuestro barrio con total mezquindad y fines inconfesables, demostrando enfermiza, suspicacia, señalaron en sus escritos que los novios mediante un pacto secreto, habían decidido el mutuo suicidio, arrojándose al paso del tren a raíz de graves dolencias que ambos padecían. Este erróneo, Absurdo y falaz argumento saturado de ponzoñosa maldad, quedó destruído por no contar con pruebas reales y además ante la posterior y póstuma presencia de los respectivos análisis clínicos efectuados por ellos días antes de la boda. Sin embargo, desafortunadamente, a pesar de tales testimonios, hubo quienes posteriormente aferrándose a la mentira cubrieron páginas imaginando hechos y situaciones irreales, con el solo deseo de causar daño. Bronca e inquietud y con la turbia esperanza de ser escuchados y lograr adeptos.


EL ANTIGUO CASTILLO DE VILLA DEL PARQUE
PARTE XXV
Tragedia y Misterio en su Historia
Cuando los historiadores de la presente leyenda intentaron en varias oportunidades obtener datos precisos sobre quien fue realmente el propietario de la suntuosa mansión de la calle Campana, se encontraron siempre con insalvables dificultades que obstaculizaron su trabajo. Antes del retorno a su país de origen del matrimonio Giordano D’Olivi, un familiar cercano se propuso investigar, con el único objeto de llegar al descubrimiento de la verdad absoluta sobre la titularidad del mencionado edificio. Esta persona aseguraba a mediados del año 1913 que tenía ciertas sospechas con respecto a las escrituras del denominado “Palais”. Las dudas recaían sobre algunos procedimientos aparentemente legales efectuados en distintas circunstancias por el señor Rafael Giordano que tenían directa relación con la auténtica posesión del monumental edificio. En aquella ocasión proponía un examen exhaustivo de todos los escritos a través de una nueva ciencia llamada “Plasofenia”, que había aparecido durante los primeros años del siglo XX para esclarecer eventuales fraudes en documentaciones.
LA PLASOFENIA Y EL EXAMEN PERICIAL
Los primeros antecedentes de la pericia de documentos son muy lejanos, se encuentran en la legislación romana, tarea a cargo de funcionarios del poder judicial. También actos periciales en documentos se hallan en los antiguos códigos de España.
Como es posible notar, la falsificación de escritos no es nueva y merece su estudio. El propósito fundamental es siempre el mismo. Hacer que desaparezcan de manera total determinadas escrituras utilizando el lavaje con líquidos apropiados. Con esa operación se han borrado en todas las épocas infinidad de veces los dictados de documentos auténticos, creando en su lugar otros realmente apócrifos. En los tiempos que nos ocupa comenzó a difundirse la noticia de la existencia de una flamante rama de la ciencia que se identificaba con el nombre de “Plasofenia”. La misma, intervenía en el examen pericial de documentos con la intención de decidir sobre su legitimidad.
De sus informes podía depender la libertad, el honor, o la fortuna de una persona. Para concluir con investigación exacta y creíble generalmente son consultados, químicos, peritos calígrafos, grafólogos y fotógrafos.
El método en “Plasofenia” siempre fue el mismo; como acto preliminar se observará con mucha atención el documento a examinar. Si es manuscrito leerlo tantas veces como fuese necesario para familiarizarse con su estilo. El carácter de la escritura, formas de las letras, etc. Luego se estará en mejores condiciones de saber si una escritura hecha de puño y letra es legítima o ha sido imitada por alguien.
En cuanto a los escritos ejecutados sobre un papel donde había otro texto que fue eliminado con sustancias líquidas, procedimientos químicos permitirán la reaparición total de lo borrado y por consiguiente la comprobación indiscutible de la falsificación que se trataba de ocultar.
En el caso específico de las extrañas actitudes del señor Giordano (según el citado familiar), acerca de su documentación privada, nunca nadie dio intervención a la ciencia para aclarar ciertos puntos confusos, que por aquellos tiempos hubiese sido oportuno tener en cuenta. Los años transcurrieron y con la desaparición de los protagonistas y sus testigos, solo les han quedado a los historiadores relatos transmitidos por generaciones en forma oral o también a través de manuscritos, realizados por antiguos vecinos de Villa del Parque que los cedieron en cierto momento a sus descendientes inmediatos, y por lo tanto el mito seguirá vigente, como una narración verdadera de sucesos del pasado del barrio parquense, muchos de los cuales se hallan totalmente sin ningún registro de datos cronológicos.
INCÓGNITAS
De acuerdo a los mencionados relatos surgieron incógnitas que se acoplaron a la historia del “Palais”. En sus páginas no aparece un dato considerado importante, el costo total de la magnífica y confortable edificación y quien desembolsó el dinero. Además, su maciza construcción no pertenece a un estilo determinado sin conocerse las causas por las cuales se procedió de esa manera. Todo muy complicado y sospechoso. Los trascendidos de la época originaron otros interrogantes: si don Rafael intentó ceder el dominio de esa propiedad a terceros ¿fue para evitar un embargo a sus bienes? o ¿por no poder justificar de donde obtuvo el dinero para realizar semejante obra?. Una primitiva versión aseguraba que lo hacía porque deseaba desprenderse de alguna forma del Castillo, causante según él, de su profundo e inconsolable dolor.
Nunca se logró saber si finalmente pudo concretar sus propósitos. Esta parte triste, insólita y preocupante de la leyenda, quizás no debió ser recopilada, pero no es posible ignorarla, haberlo hecho significaría asociarse a la mentira, y al ocultamiento. Aceptamos que el relato es antipático y doloroso, sin embargo, consideramos también que callar advertidamente es una especie de delito censurable, que la posteridad juzgaría en su momento como un olvido artero, impropio y sin justificación.


EL ANTIGUO CASTILLO DEL BARRIO
PARTE XXIX
TRAGEDIA Y MISTERIO EN SU HISTORIA
LA ILUMINACIÓN DEL BARRIO EN LOS ALBORES DEL SIGLO XX
Allá por la lejana primera década del siglo XX Villa del Parque, carecía como en otras zonas de la gran Capital de una adecuada iluminación callejera. En esos tiempos el barrio presentaba amplios sectores con escasa edificación. Enormes baldíos cruzados por algún arroyo, zanjones y altos pastizales eran paisajes comunes. También existían grandes parcelas ocupadas por quintas de verduras que con el correr del tiempo fueron sustituídas por importantes emprendimientos dedicados a la fabricación de ladrillos. Para tal fin se instalaron; Estebaren, Canziani y Pietra.
En las calles que formaban el entorno de la estación del ferrocarril, se habían colocado en el medio de cada cuadra, y en casi todas las esquinas, románticos y pintorescos faroles alimentados a querosén, cuyas figuras en muchas ocasiones pasaron a ilustrar las carátulas de una buena cantidad de tangos criollos. En horas del crepúsculo, especialmente en aquellas jornadas opacas y sombrías del invierno, era posible ver llegar a un trabajador municipal ataviado con un conocido uniforme gris oscuro y con una gorra con una visera del mismo color. Venía provisto de una liviana y frágil escalera de una sola “hoja”. Este obrero se encargaba de efectuar un determinado recorrido con el objeto de proveer de luz a las arterias del barrio. El citado “Farolero”, además de su escalerilla era portador de un adecuado recipiente, que contenía el combustible necesario para recargar todos los faroles a su cargo. Luego en horas de la mañana, cuando todavía no habían desaparecido totalmente las últimas sombras de la noche, él aparecía nuevamente apagando esa iluminación mortecina que encendiera en la víspera y desaparecía perdiéndose en la claridad del amanecer.
En algunas oportunidades, chiquilines traviesos, o eventuales parejas de enamorados y también solitarios “chorros” de gallinas, se adelantaban al servidor público eliminando la tenue y amarillenta luz de aquella precaria iluminación.
En muchos hogares parquenses de esos años no existía la electricidad. Ese elemento de progreso no era patrimonio de todo el vecindario, privilegio solo disfrutado por una mínima parte de los pobladores de Villa del Parque. El resto utilizaba el carburo, una combinación química del carbono que disuelto en agua en un recipiente provisto de una fina boquilla, ésta transportada el gas producido hasta su punta la cual se encendía, brindando una luz blanca de gran luminosidad.
UN TREN FANTASMA
Transcurría la fría madrugada del día 2 de abril de 1917, se cumplían exactamente seis años del conocido y luctuoso accidente. En esa oportunidad el vecino don Tomás Espinosa convocó a varios compatriotas de la República Oriental del Uruguay, especializados en investigaciones de fenómenos paranormales. La delegación estaba compuesta por los señores: Juan Tozzí, Emeterio Sánchez, Pedro Zocchi, Pascasio y Félix Pío, Luis Ladosse, Miguel Campagnone y el Rvdo. Padre Luis Deubaldo.
En la fecha y hora indicada partieron desde Av. Tres Cruces y Orán (Av. Francisco Beiró y Emilio Lamarca). Llevaban ofrendas florales para depositarlas sobre las vías en le mismo lugar de la tragedia, como un modesto pero sentido homenaje en memoria de las víctimas: Lucía y Angel.
Iniciaron el recorrido desde la nombrada esquina siguiendo por la avenida hasta su intersección con la calle Campana, continuaron por ésta, y al llegar a su cruce con San Roque (José Pedro Varela), advirtieron que una formación de vagones de pasajeros aparecía estacionada en el sitio donde había ocurrido el triste suceso. Las luces de los coches estaban encendidas. Todos atribuyeron esa detención a un eventual desperfecto de la locomotora, aunque algunos, luego, opinaron que podría tratarse de un posible e inesperado obstáculo sobre los rieles, o también otra infortunada catástrofe. Realmente las posibilidades eran varias, tantas como las dudas.
La comitiva continuó avanzando, la zona totalmente oscura parecía más desolada que nunca, nadie a esa hora transitaba por esas calles solitarias. El silencio era absoluto y hasta parecía amenazante, Una sola persona tal vez no se atrevería a caminar por esos sitios lúgubres por su escasa iluminación, y las leyendas de fantasmas y aparecidos que se contaban entre sí los habitantes del barrio.
Cuando el grupo llegó frente al castillo, se pudo observar que el tren se puso en movimiento y muy lentamente se dirigía hacia la estación de Villa del Parque. Ya junto a las vías nadie volvió a ver a la formación ferroviaria que segundos antes aparecía nítidamente a los ojos de los presentes. Aún imprimiendo gran velocidad, la locomotora no pudo desaparecer del lugar tan rápidamente con sus vagones y hacer invisible su imagen. Esa posibilidad era totalmente imposible y por lo tanto descartable. Luego del breve acto ya previsto sobre las vías férreas, y poseídos de una comprensiva intriga y deseosos de investigar lo sucedido se dirigieron a las oficinas de la estación parquense. Los empleados dijeron que no había pasado ningún tren hacia Retiro en más de media hora, además, la gente que esperaba viajar y ocupaba en esos momentos al andén de la vía cuatro, tampoco vieron pasar en dirección a la estación terminal la formación ferroviaria alguna. Este caso insólito y misterioso no fue como puede pensarse una simple leyenda urbana; realmente sucedió al cumplirse el fatídico aniversario, ante la vista de aquella recordada comitiva. Estos hechos escalofriantes, tenebrosos, que la historia nos trasmite, se los interpreta producidos por las almas de quienes alguna vez transitaron por esos lugares.


EL ANTIGUO CASTILLO DE VILLA DEL PARQUE
PARTE XXX
Tragedia y Misterio En Su Historia
RECUERDOS DE ANTAÑO
Durante el último domingo de junio de 1925 se efectuó una solemne y gran procesión de Corpus Christi, celebrada en esa oportunidad con la dirección del Cura Ecónomo de la Santísima Virgen Niña Presbítero Dr. Vicente Alberto Rigoni, que en fecha reciente había creado el Colegio “San José” en Pedro Lozano 3151 junto a la Parroquia “Santa Ana” y también la Compañía de Exploradores de Villa del Parque.
La mencionada procesión partió desde la Capilla de la calle Cuenca al 2600, y recorrió esa arteria hasta Marcos Sastre, luego se tomó Argerich, después Nogoyá siguiendo hasta Cuenca, para finalizar entrando nuevamente en el Templo Parroquial.
En esa ocasión el vecindario creyente había construido altares muy bien adornados en distintos lugares del recorrido, además, muchos propietarios colocaron en los balcones de sus casas a modo de adorno, vistosos y coloridos tapices y hermosas flores.
Las congregaciones “Hijas de María”, “San Vicente de Paul”, “Apostolado de la Oración de Damas y Caballeros”, estuvieron presentes dando real jerarquía a la emotiva ceremonia religiosa. Con mucha simpatía y expectación se recibió en cierto momento, la aparición de un nutrido conjunto infantil integrado por pequeñas niñitas vestidas de ángeles. Cada una de ellas llevaba una canastilla repleta de pétalos de flores que al paso del Santísimo las arrojaban como cariñosa ofrenda.
Mientras duró el trayecto, los Ministros de la Religión Católica fueron cubiertos por un palio que transportaban distinguidos caballeros de la zona. La “Sociedad de Fomento de Villa del Parque” con sede en Baigorria 3373, concurrió al acto, y estuvo representada por su presidente señor Ricardo Ezquer, el vicepresidente señor Blas Del Verme y miembros de la Comisión Directiva, que accediendo a un pedido del Rvdo. Padre Rigoni, solicitaron a la seccional 45 de la Policía Federal su representación en esa conmemoración de los católicos. A tal efecto fueron destacados algunos oficiales de la repartición.
ROSARIO VELASCO Y DOS CURIOSAS ANÉCDOTAS
Rosario Velasco en ese tiempo, empleada doméstica en el “Castillo de los Fantasmas” había concurrido a la comentada procesión como muchos otros vecinos del lugar. Días después sus empleadores le encargaron la tarea de comprar un espejo para uno de los ambientes de la mansión. Para cumplimentar el pedido se dirigió a una vidriería ubicada en la calle Helguera muy cerca de Nogoyá. Mientras efectuaba la compra la señora Rosario impensadamente en cierto momento de la conversación, dijo que trabajaba en el edificio de la calle Campana. La curiosidad atrajo la atención del dueño del local don Félix Bianchi y de una señora que ocasionalmente se hallaba en el lugar. Inmediatamente surgió el tema de las apariciones y los misterios muy en boga en ese tiempo entre el vecindario parquense. Doña Rosario contó varios hechos raros y preocupantes vividos por ella y otras personas dentro y fuera del castillo. La escucharon con la debida atención pero sin creerle nada de lo que estaba relatando y muy respetuosamente se lo hicieron saber. Terminó la amable charla entre los allí presentes y don Félix trató de envolver el espejo que había adquirido la señora Velasco, y extrañamente se le cayó al piso rompiéndose en varios pedazos. La otra mujer que recurría el negocio en busca del artículo que podría comprar, tropezó y cayó sobre unos valiosos cristales importados que se exhibían para la venta y se destrozaron totalmente, pero por fortuna, la eventual cliente no sufrió ninguna herida. Mientras tanto doña Rosario testigo de lo ocurrido, sintió de pronto fuertes dolores de cabeza y mareos.
Todo transcurrió en un frío anochecer del 16 de julio de 1925.
EL SEGUNDO CASO
La señora Rosario Velasco tenía su jornada libre, último día de agosto de 1929. Se levantó temprano con la idea de disfrutar de cierta libertad bien ganada. Para tal fin decidió realizar una visita a una familia que residía en la zona de Constitución.
Cerca de las tres de la tarde salió de su casa de la calle Concordia, llegando al lugar deseado aproximadamente una hora y media después. Luego de una agradable ronda de mate criollo, surgieron temas de distinta índole mientras se esperaba el tiempo de la cena, a la que fue especialmente invitada. Los allí reunidos, evitaron en todo momento iniciar comentarios acerca del tema del “Castillo de los Fantasmas” de Villa del Parque. En los presentes había un oculto temor que ninguno se atrevía a confesar y por tal motivo, aparentemente, nadie intentó ni siquiera mencionarlo.
Sin darse cuenta del tiempo transcurrido, la señora Velasco continuó junto a esa magnífica familia participando de una auspiciosa y bella reunión de amigos. Observó de pronto que su reloj ya marcaba las diez de la noche. No deseaba regresar muy tarde a su domicilio por lo que inmediatamente pensó en la vuelta a su barrio parquense.
Minutos después, llegó a la plaza Constitución donde partía hacia Villa del Parque el tranvía 84, en su inolvidable recorrido por Garay, Entre Ríos, Méjico, Av. La Plata, Rosario, José M. Moreno, Acoyte, Neuquen, Donato Alvarez, Gaona, Nazca, Nogoyá y Cuenca, donde la señora Velasco descendió casi a la medianoche. Caminó por la calle Cuenca, cruzó la plaza, tomó por Marcos Sastre hasta Teodoro Villardebó. De allí hasta Santo Tomé donde comenzaban los tradicionales hornos de ladrillos, en medio de una oscuridad total. Nadie a esas horas transitaba por el lugar, y esa soledad le producía gran preocupación y a la vez una desagradable sensación de temor y nerviosismo. Trataba de infundirse coraje a sí misma, pensando con mucha convicción que superaría cualquier inesperado inconveniente que apareciese súbitamente con la intención de asustarla. Pasó sobre el puente del arroyo que se internaba en el enorme baldío. Para cortar camino pasó por un hueco hecho por los vecinos en el alambrado existente y se dirigió en dirección a la calle Arregui en busca de los fondos de su casa, donde existía una puerta que comunicaba al resto de la vivienda. Jamás imaginó lo que sucedería minutos después.


EL ANTIGUO CASTILLO DE VILLA DEL PARQUE
PARTE XXXI
TRAGEDIA Y MISTERIO EN SU HISTORIA
En esa triste y helada noche de invierno la señora Velasco se encontraba absolutamente sola, transitando por un solitario paraje sin ninguna edificación cercana, con la única presencia de la lóbrega casona del señor Ciarlo, en esos momentos a oscuras.
Apuró el paso, quería dejar ese sombrío lugar cuanto antes y llegar rápidamente a su casa. Sin saber por qué, de pronto, comenzó a recordar situaciones conflictivas y extrañas que sufrió en su primer día de trabajo en Buenos Aires. El sitio donde se hallaba, la hora y la oscuridad total reinante eran propicios para ese tipo de pensamientos. No era sugestionable y había nacido bajo el signo de Escorpio, por consiguiente poseía una gran energía y fuerte personalidad.
En cierto momento, aunque estaba absorta en sus evocaciones, oyó claramente pasos de alguien que se acercaba, pero el sonido era semejante a quien anda sobre un piso de madera y con grueso calzado. Miró hacia atrás y no vio nada en absoluto, solo la impenetrable oscuridad y un total silencio. Como para imprimirse ánimo empezó a silbar. Continuó su camino y nuevamente se repitió el hecho, pero los pasos los escuchó con mayor nitidez y muy cerca suyo, sin embargo, no vio nada anormal a su alrededor. Seguía escuchando los pasos pero junto a ella no había nadie. Eso la preocupó bastante porque si hubiese sido una persona ya la habría descubierto. Mientras pensaba en eso y el miedo que comenzó a sentir aumentaba a cada instante, un gran resplandor iluminó la escena y vio con total claridad una enorme y horrible figura espectral que gritaba emitiendo alaridos, avanzando y retrocediendo con increíble rapidez y elevándose varios metros, acción imposible de realizar por ningún ser viviente.
Recuerda que hechó a correr velozmente, gritando, pidiendo socorro. Así recorrió los aproximados cincuenta metros que le faltaban para llegar a los fondos de su domicilio. Con el último aliento que aún le quedaba, llamó desesperadamente repetidas veces a los integrantes de la familia Espinosa (propietarios de la finca), los que acudieron presurosos al lugar encontrándola desmayada. Mientras tanto el perro fox-terrier (“Botafogo”) que pertenecía a la casa muy alterado no dejaba de ladrar. Finalmente, la infeliz mujer pudo reanimarse y lograr la calma necesaria. Al día siguiente por precaución fueron en busca del médico más cercano, el doctor Garay con su consultorio ubicado en la calle Nogoyá 3129. La señora Rosario presentaba solo leves trastornos psíquicos, que fueron tratados convenientemente por un profesional especializado.
La extraña situación relatada ha sido sin lugar a dudas totalmente anormal, que escapa a cualquier raciocinio y admite ciertas preguntas: lo ocurrido ¿tiene alguna explicación seria, lógica, creíble? ¿Qué había sucedido y por qué? ¿existen respuestas coherentes y dignas de ser aceptadas totalmente?.
HECHOS FRECUENES EN EL SINGULAR CASTILLO PARQUENSE
Es difícil hallar a un solo ser en el mundo que no le interese ni sienta atracción por lo desconocido y con el tema de cosas ocultas y misteriosas. Esa ansia por develar secretos e interiorizarse del origen de los mismos, han intrigado desde tiempos inmemoriales y en gran medida a la mente humana, aún hoy esa inquietud se mantiene.
¿Quién puede sustraerse entonces a conocer episodios enigmáticos que alguna vez fueron realidad en el conocido palacio de Villa del Parque? Las narraciones de los mismos han sido registradas por algún historiador de nuestro barrio para contarlas a sus descendientes y también a colegas que trataban esos casos en particular. Una referente importante que no es posible desoir o menospreciar fue siempre la señora Rosario Velasco, cuyos dichos hemos recopilado debidamente al escribir esta historia. En cierta oportunidad, en medio de sus innumerables anécdotas y experiencias vividas a lo largo de su trabajo en aquel edificio, contó que varias veces fue testigo de hechos por demás raros e inexplicables, algunos de los cuales detallamos a continuación: durante los primeros días de octubre de 1929 sus empleadores decidieron concurrir a una función teatral en la zona céntrica de nuestra Capital. Salieron a determinada hora del edificio quedando en el mismo la señora Rosario (único personal doméstico que permaneció allí desde 1925). Cerca de las diez de la noche, minutos antes de retirarse a su casa, vio claramente como varios objetos que estaban sobre un mueble pasaban a otro, sin que nadie los transportara, y del mismo modo algunos libros de una amplia biblioteca cambiaban su lugar de ubicación. También pudo ver que una puerta se abrió y luego fue cerrada violentamente en un sitio sin ninguna presencia física. Sus preguntas en voz alta no obtuvieron respuesta, y antes de que el pánico la turbara totalmente abandonó la mansión para regresar a la mañana siguiente.
Cuando comentó lo sucedido a los dueños del edificio, éstos en ningún momento creyeron su versión, atribuyéndola a ciertos desequilibrios emocionales de su fiel empleada. Sin embargo, curiosamente, los integrantes de esa familia al tiempo que ridiculizaban los relatos de la señora, sintieron de pronto que una repentina sordera los atacaba a todos, acompañada por intensos dolores de cabeza y náuseas.
Después de algunos minutos la normalidad era absoluta y ninguno de los presentes lograba salir de su asombro, tampoco hallaban una explicación razonable a lo sucedido.

Esta y muchas otras situaciones sobrenaturales se vivieron en épocas pretéritas, en zonas específicas del barrio que alguna vez se denominó “Parque del Oeste”.

IDEA y Martín Fierro